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Sarkozy, fan de Domenech

Raymond Domenech tiene tantos detractores que cuando aparece alguien que lo apoya se convierte en noticia. Más si se trata del presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, que ayer contaba en su Facebook que había telefoneado al seleccionador francés para animarle. "Le he dicho que todo el país está con él. Allez les bleus!".

Las encuestas, sin embargo, expresan la desconfianza mayoritaria de la afición francesa con su entrenador, que ayer sorprendió una vez más al negarse a entrenar en el campo del partido de hoy, el Green Point, de Ciudad del Cabo. ¿Por qué? "Los campos son todos iguales y tienen las mismas dimensiones, aquí y en Hong Kong", sentenció Domenech. Y a continuación, en un intento de quitar presión a sus jugadores para el choque de hoy, elaboró una nueva teoría.

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"El primer partido no es nunca decisivo. El segundo [frente a México] y el tercero [ante Sudáfrica] sí". Todo lo contrario que piensa uno de sus predecesores, Aimé Jacquet, campeón del mundo con Francia en 1998, cuando confesó en una entrevista a este periódico que se había pasado un año entero pensando en el primer encuentro de ese Mundial.

Sonriente y aparentemente relajado, Domenech no anunció la alineación como su colega Tabárez, pero los periodistas franceses daban por hecho que, tras esa sonrisa mefistofélica, se escondía un once impermeable a las críticas tras la derrota en el partido amistoso ante China (0-1). Ni los jugadores ni los medios van a cambiarle la idea de jugar con un 4-2-1-3 en el que Gourcuff seguirá de enganche por detrás de Govou, Anelka y Ribéry. Y Henry arrancará en el banquillo a pesar de sus intentos de arrebatar el puesto a Govou. Inicialmente, ese sistema había desatado la esperanza entre los aficionados, tras los dos primeros amistosos, en la medida que atribuía a Francia un espíritu más ofensivo, más alegre. Es decir, poco Domenech. La depresión, no obstante, ha vuelto.

La parte defensiva ha generado menos polémica. El capitán, Evra, confirma su ascendiente en el grupo al apoderarse del lateral izquierdo, lo que desplaza a Abidal al centro de la defensa para acompañar a Gallas. En el otro lateral, el derecho, Sagna tiene menos competencia.

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