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Reportaje:Sudáfrica 2010 | Francia

Francia cuestiona a Gourcuff

Los jugadores presionan a Domenech para que Henry o Diaby sean titulares en lugar del mediapunta del Burdeos

Guapo, elegante, casi perfecto técnicamente, Yoann Gourcuff, a punto de cumplir 24 años, sería el yerno ideal si no fuera porque no acaba de dar un paso al frente en la selección francesa. Lo tiene todo para triunfar, incluso el goloso puesto de media punta en Francia, por detrás de los tres delanteros previstos por el seleccionador, Raymond Domenech, que ha querido darle un aire más atrevido a les bleus con un 4-3-3 donde los tres puntas -Govou, Anelka y Ribéry- debutan mañana ante Uruguay, a las 20.30 en Ciudad del Cabo. Pero se atasca Gourcuff, solo ha marcado un gol en 17 partidos como internacional y hasta Ribéry le arrebata su mejor arma: el lanzamiento de faltas, en las que es un especialista en su equipo, el Girondins de Burdeos.

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De modo que algunos compañeros ya piden la cabeza en la alineación de Gourcuff, según publica L'Equipe, hartos a su vez de ciertos supuestos privilegios del mediapunta del Burdeos. Privilegios que, sin un gran rendimiento, tienen como resultado la guillotina. Ya han propuesto su sustituto, Diaby, del Arsenal, mediocampista mucho más físico, mucho menos creativo. Propuesta apoyada por el ex internacional Christian Karembeu, puesto que se ha abierto un debate inacabable en Francia sobre una alineación en la que casi nadie cree después de la derrota ante China en el último encuentro amistoso de preparación (0-1).

Thierry Henry, 33 años en agosto, aprovecha el desconcierto y la experiencia de sus tres Mundiales anteriores para activar sus resortes y solicitar un puesto en el once. No directamente sino a través de otros jugadores que lo reclaman en la punta de ataque, abriendo a la derecha a Anelka, habituado a esa posición ya en el Fenerbahçe y en el Chelsea, y sacrificando al muy criticado Sidney Govou. A un competidor como él, máximo goleador de la historia de Francia con 51 goles en sus 121 internacionalidades, le escuece estar en la grada. Por mucho que Raymond Domenech ya se lo advirtiera antes del desplazamiento a Sudáfrica. Por mucho que en los últimos meses en el Barcelona viera pasar por encima un avión llamado Pedrito. Pero él sabe, siente, que es una institución en la selección francesa, campeón ya en el Mundial del 98, subcampeón en el de 2006, y no quiere despedirse en su última Copa del Mundo siendo carne de banquillo.

A pesar de que sus antiguos compañeros de viaje fueron marchándose poco a poco. Ya no están Zidane, Makelele, Thuram, Trezeguet ni Vieira, vencidos solamente por Italia tras el cabezazo de Zizou a Materazzi en la final de hace cuatro años en Berlín, pero la selección francesa de Domenech sigue siendo un reino de taifas en el que cada cual tiene su favorito.

Y el de Ribéry no es ni Anelka ni Henry en el puesto de nueve, sino Gignac, el potente goleador del Toulouse. Ribéry está ante una oportunidad de redimirse tras su decepcionante temporada en el Bayern de Múnich, que lo premió curiosamente con la ampliación de su contrato hasta 2015.

Gourcuff durante un entrenamiento con su selección.
Gourcuff durante un entrenamiento con su selección.AFP

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