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Columna
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Lo que está en juego

Poco a poco ha acabado calando que nos encontramos ante una situación de emergencia general. Si hace unas semanas parecía que el perímetro de la emergencia podía quedar circunscrito a Grecia, tras la reunión del Ecofin del pasado fin de semana y tras la intervención en el Bundestag de la canciller Angela Merkel el pasado miércoles, en la que dijo textualmente que el euro estaba "en peligro" y que había que actuar ya -"si el euro fracasa, Europa fracasa"-, no creo que a nadie le pueda caber duda de lo que está en juego.

No hay mal que por bien no venga, dice el refrán y, como suele ocurrir con los refranes, suelen tener una buena parte de razón. Esta situación de emergencia ha posibilitado que la Unión Europea se haya hecho visible a los ciudadanos tomando decisiones de alcance continental en el tiempo en que se tienen que tomar decisiones en momentos de crisis. Para configurar el primer fondo de rescate a Grecia se tardó varios meses. Para acordar, juntamente con el FMI, el fondo para la defensa del euro se ha necesitado un fin de semana. Lo que hubiera sido inimaginable hace solo unas semanas, se ha producido. Gracias a la crisis se ha puesto en marcha la acción de gobierno europea más importante desde la creación de las Comunidades Europeas en 1956.

Ahora hay que descender de la escala europea a la de cada uno de los Estados miembros y en cada uno de estos Estados, dependiendo de que su Constitución contemple o no la descentralización del poder, a la escala de las unidades subcentrales, comunidades autónomas, diputaciones y municipios en España, para hacer efectiva también una estrategia frente a la situación de emergencia.

La emergencia es general, esto es, europea y tiene que haber un marco general europeo con base en el cual hacerle frente, pero las respuestas después tienen que ser individualizadas, país a país y, según la estructura del Estado constitucionalmente definida, comunidad autónoma a comunidad autónoma, diputación a diputación y municipio a municipio.

En España, el Gobierno ya ha perfilado su respuesta, aunque en el momento en que escribo no tenga todavía el texto del real decreto ley con las medidas definitivamente adoptadas. Pero la decisión política ya está tomada. Posiblemente tendrá que ir completándose la respuesta a medida que evolucione la situación de emergencia, que, por el momento, no es fácil saber cómo lo hará. Hay, por utilizar un término de moda, una hoja de ruta frente a la emergencia.

Son las comunidades autónomas y los municipios los que todavía no han definido cuál es su hoja de ruta. Y tienen que hacerlo. Los gobiernos de las comunidades autónomas y de los municipios son tan Estado como lo es el Gobierno central. "El Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las comunidades autónomas que se constituyan", dice el artículo 137, primero del Título VIII de la Constitución, que lleva por rúbrica "De la Organización Territorial del Estado".

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La situación de emergencia a la que tenemos que enfrentarnos no solamente está suponiendo un reto para la arquitectura institucional de la Unión Europea, sino que también supone un reto para nuestra propia arquitectura constitucional. Las crisis, las situaciones de emergencia, son los momentos en los que las fórmulas de gobierno se fortalecen o se descomponen. España tiene que hacer frente a la emergencia con una de las fórmulas de gobierno multinivel más compleja de todas las conocidas. Tanto por el nivel supraestatal como por los niveles subestatales. Lo que está en juego es la fórmula de convivencia. En cuanto país europeo, por un lado, y en cuanto país integrado por municipios, provincias y comunidades autónomas, por otro. O salimos juntos o entraremos en un proceso de desagregación terrible.

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