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Reportaje:MUNDIAL DE F-1 | Gran Premio de Mónaco

Alonso, una remontada llena de furia

El español es sexto, tras escalar 18 puestos, mientras Webber logra su segundo triunfo seguido y es el nuevo líder del campeonato

Oriol Puigdemont

El sábado, tras verse apartado de la sesión clasificatoria del Gran Premio de Mónaco por haber estampado su Ferrari contra la valla a las puertas del casino de Montecarlo durante el último entrenamiento libre, Fernando Alonso corneó a un periodista que le preguntó si formar parte de la escudería más rimbombante de la historia del Campeonato del Mundo de fórmula 1 podía suponerle un exceso de presión que explicaría los errores que ha cometido en el inicio de la competición. "¿Presión?", debió de pensar; "presión será la que yo meteré mañana [ayer] a todo aquel que circule por delante de mí".

Los bienaventurados que tuvieron que soportar la rabiosa cólera con la que Alonso condujo por las calles de Montecarlo fueron cinco: Chandhok, Di Grassi, Trulli, Glock y Kovalainen. Todos fracasaron estrepitosamente ante las embestidas que les propinó el español, que salió el último desde el carril de los garajes y que, 78 vueltas después, cruzó la meta el séptimo tras ser adelantado en la última curva por Schumacher, que se pasó de listo y le metió el morro cuando el coche de seguridad enfilaba los talleres para que el ganador, el australiano Mark Webber (Red Bull), pudiera celebrar sin nadie delante su victoria, la segunda consecutiva, y su liderato en la clasificación general. Los comisarios analizaron durante casi tres horas la artimaña del Kaiser y le penalizaron con 20 segundos, circunstancia que le desterró a la 12ª posición.

Schumacher, 12º tras ser penalizado con 20s por adelantar al español indebidamente

"En la vuelta final pregunté por la radio si podía adelantar porque, al ir Hamilton muy lento, tenía tentaciones de hacerlo, pero me lo prohibieron categóricamente. Cuando vi que Schumi lo hacía, pensé: 'Mejor, así le penalizarán", dijo Alonso, impresionado con la respuesta que obtuvo de los miembros de la Scuderia; "hoy se ha visto lo que es Ferrari, un superequipo. Yo he rebasado cinco coches en la pista, pero ellos me han permitido ganar muchos más puestos con el planteamiento de la carrera".

Superada la conmoción que el sábado sacudió el taller de los bólidos rojos, Alonso y sus técnicos diseñaron la hoja de ruta. Había que salirse de la norma y se barajaron dos opciones: parar muy pronto o hacerlo muy tarde y, en cualquier caso, cruzar los dedos para que las más que probables irrupciones del coche de seguridad no le condenaran. Las pruebas realizadas en el simulador revelaron que la alternativa más fiable pasaba por que realizara su cambio de neumáticos nada más comenzar, de forma que el asturiano tomó la salida y volvió a meterse en el taller, sin siquiera pasar por la meta, justo después de que Hulkenberg restregara su Williams por el guardarraíl del túnel y obligara a neutralizar la carrera por primera vez.

Cuando se reanudó la prueba, Alonso cerraba el pelotón en la séptima vuelta y ya había realizado su parada. Así que se puso manos a la obra y, encendido, comenzó a demostrar porqué está considerado uno de los conductores más audaces. Primero, abrasó a Chandhok en aceleración (séptima vuelta) e inmediatamente después a Di Grassi (décima), frenando más tarde al abordar la entrada de la variante del puerto. Consciente de la efervescencia con la que venía el F10, Trulli se echó a un lado (undécima). El ovetense se fue entones a por Glock, al que pasó por encima (15ª) tras calcar la maniobra que poco antes le había servido para dejar tirado a Di Grassi, la misma que ejecutó para condenar a Kovalainen (17ª). En definitiva, un repertorio de maniobras deliciosas para refrendar lo siguiente: el que Alonso tome la salida desde las catacumbas es una penitencia para él y una bendición para los aficionados, que así pueden ver cómo uno de sus ídolos se gana el descomunal salario que percibe.

Una vez superados los rivales más lentos, el español sólo tuvo que limitarse a esperar que los bólidos que le precedían fueran desfilando hacia los garajes para colocarse el sexto (28ª vuelta), 18 posiciones más arriba que cuando los semáforos se apagaron, en la que hasta ahora ha sido su mayor remontada en la F-1.

Mark Webber festeja su victoria en las aguas del puerto monegasco.
Mark Webber festeja su victoria en las aguas del puerto monegasco.GETTY IMAGES

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