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Columna
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Delirios de franqueza

Puestos a elegir una fórmula para reír, prefiero el monólogo de Gila de turista por Europa que el recorrido de Antonio Sanz por la ruta de la corrupción de Andalucía. Sin embargo, admito que también tuvo su gracia la rueda de prensa que ofreció el secretario general del PP andaluz con el listado de 140 cargos socialistas que han sido imputados, condenados o que tienen causas pendientes por presuntos casos de corrupción. Con la que le está cayendo al PP con el caso Gürtel, el posible procesamiento de Camps en Valencia y la trama de corrupción de Matas en Baleares, hay que tener muy poco sentido del ridículo para acudir al Club de la Comedia política con un monólogo sobre la ética. Es como si el primer ministro de Grecia ofreciera una rueda de prensa con el mapa de la crisis en Europa y se olvidara de colocar una chincheta en su propio país.

El mapa de la corrupción elaborado por el PP tiene su gracia. Se trata de un plano de la luna que no incluye la cara más visible del astro o un prospecto de una película donde no figuran sus principales actores. Al menos hay que reconocer la franqueza del dirigente del PP. Un periodista le cuestionó sobre el hecho de que este listado cartográfico no incluyera a los dirigentes populares que se encuentran en idéntica situación y la respuesta fue de una sinceridad apabullante: "De los nuestros ya se encarga el PSOE de airearlos". Con todo, lo más divertido fue la explicación de por qué los socialistas deben hacer dimitir a sus imputados y ellos se pueden dedicar a defenderlos: "El PSOE tiene un código ético, nosotros no". A los códigos éticos les pasa como a los programas electorales, que se hacen o para anunciarlos o para incumplirlos. El PP lleva toda la vida preparando uno para su partido, pero al final nunca lo hace. Es la manera más fácil que han encontrado de poder hablar de ética sin que le salgan los colores.

En medio de este delirio de franqueza, Sanz concluyó su intervención con la siguiente proclama: "El PP no está dispuesto a recibir ninguna lección de ética del Partido Socialista". Desde que los partidos políticos decidieron que la corrupción era medible, la ética se calcula por el procedimiento del "y tú más". Y para el PP sus casos de corrupción son "puntuales", mientras los del PSOE "son una mancha muy extensa" que recorre Andalucía. Sanz es un político que tiene mucho mérito. Un tipo capaz de ponerse delante de un mapa de la corrupción y decir las cosas que dijo con una sonrisa en los labios no tiene precio. Para todo lo demás, está Javier Arenas.

Hace unos días este periódico publicó otro delirio de franqueza de una dirigente del PP. En concreto de Esperanza Oña, que en su calidad de alcaldesa de Fuengirola, recriminó así a la portavoz del PSOE por abandonar el salón de plenos en un debate local: "No se trata de ofenderse, me pongo el bolso y me voy, se trata de aguantar porque nos han elegido, ya sea en la oposición o en el Gobierno, para estar en los plenos, para debatir, para aguantar lo que nos gusta y lo que no nos gusta, para hacer ruegos y preguntas". Y luego prosiguió diciendo que abandonar un pleno significa que "descaradamente" no se quiere cumplir con el trabajo. Oña, además de alcaldesa de Fuengirola, es portavoz del Grupo Popular en el Parlamento andaluz. Hasta en cinco ocasiones han abandonado los diputados del PP la cámara desde el inicio de esta legislatura, la última de ellas hace unos días. Pero, ya ven, irse de un pleno debe ser distinto que irse del Parlamento.

Al PP le pasa lo que alguien dijo de un contrincante político en un debate parlamentario: "Con la mentira como lanza, el doble rasero como casco y la intolerancia como escudo, se puede hacer el discurso que uno quiera". Yo, sin embargo, a la hora de reír sigo prefiriendo a Gila. Siempre es mucho más divertido que el dúo Sanz-Oña.

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