Medidas para aliviar las molestias
Salud impulsa un plan para mejorar la atención a las personas con dolor
El 11% de la población sufre dolor crónico al menos durante nueve años de su vida y, de ellos, el 22% necesita entre cinco y 10 años para alcanzar un control adecuado de este dolor. Estos datos extraídos de la encuesta europea del dolor (Pain in Europe) y otros que revelan estudios recientes realizados desde organismos nacionales y regionales muestran, según señaló ayer la consejera de Salud, María Jesús Montero, que "el tratamiento del dolor está infravalorado". Intentar dar la vuelta a esta situación es el principal objetivo del Plan Andaluz de Atención a las Personas con Dolor 2010-2013, que ayer presentó Montero.
Según la consejera, en el deficiente tratamiento actual del dolor tiene mucho que ver la "creencia errónea" del paciente y el médico de que el dolor no es evitable y tiene que acompañar el desarrollo de algunas enfermedades. Además, la "falta de formación específica" de los profesionales y "el miedo a contar la verdad o la creencia de que el dolor es parte consustancial de la condición humana" influyen también, según Montero, en que no se haya prestado al dolor toda la atención que merece.
Montero: "El tratamiento del dolor está infravalorado"
La Junta reordenará los recursos de los centros de salud y los hospitales
El plan se asienta en un nuevo concepto del dolor que consiste en considerarlo como "una enfermedad en sí misma, aunque sea también un síntoma de otra patología", explicó la consejera, quien avanzó que el nuevo plan buscará la actuación coordinada por parte de todos los equipos que intervienen en el abordaje del dolor y prestará especial atención a la infancia, las personas de edad avanzada y los afectados por enfermedades mentales.
Una encuesta sobre recursos de atención al dolor realizada en enero de 2009 en todos los hospitales del Servicio Andaluz de Salud (SAS), en las empresas públicas y en los centros concertados desveló que menos del 25% de los hospitales tenían recursos específicos para atender al dolor agudo, el 37% contaba con recursos concretos para atender el dolor relacionado con una intervención quirúrgica y el 50% dijo tener recursos para atender el dolor crónico, aunque sólo el 37% realiza técnicas invasivas como infiltraciones, bloqueos o neuroestimulación y el 13% asegura tener otras técnicas complementarias como acupuntura.
El plan presentado ayer pretende ampliar estos recursos para mejorar la calidad de vida del paciente garantizándole una atención continuada en función de sus necesidades específicas. "Hay que evitar que los pacientes tengan que peregrinar por el sistema", admitió la consejera. También se ordenará la atención a través de equipos multidisciplinares, lo que se espera que facilite un tratamiento completo desde varios ámbitos y permita hacer uso de diferentes métodos para afrontar el dolor.
El documento propone una cartera de servicios concreta para luchar contra el dolor en atención primaria, otra para los hospitales comarcales y otra distinta para los hospitales regionales y de especialidades. Los centros de salud se especializarán en las terapias centradas en el ejercicio, la actividad física, la terapia ocupacional y el seguimiento farmacológico, así como en el trabajo en el domicilio de los pacientes con dolor que no puedan salir de casa. Según señaló ayer Montero, estas prestaciones permitirán que en los centros de salud se resuelvan el 80% de los problemas de dolor, principalmente el de carácter crónico y no oncológico. A los hospitales comarcales serán derivados los pacientes que requieran técnicas que no se puedan realizar en atención primaria. Las intervenciones más complejas se derivarán a los grandes hospitales.
Para poner en marcha el plan hay prevista una inversión de 1,8 millones de euros. A lo largo de este año se valorará cada nivel asistencial para conocer los recursos de los que disponen y completarlos. En los próximos años se abordará un plan de formación que incluirá a los profesionales del ámbito médico, la enfermería, la fisioterapia, la rehabilitación y la salud mental del sistema sanitario público, así como medidas de formación e información de la ciudadanía para "que el dolor deje de considerarse una situación normal con la que convivir", señaló Montero.
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