La reinvención de Llorente
Sarabia y Urzaiz examinan la progresión del futbolista del Athletic, que ha pasado de simple cabeceador a delantero habilidoso
Cuando surgió, muchos vieron en él al sucesor de Urzaiz por su porte de gladiador, que le daba la presunción de implacable cabeceador. Cuando empezó a jugar de espaldas a la portería, como acostumbra en el Athletic, muchos quisieron adivinar en él algunas sensaciones del especialista rojiblanco por excelencia, Dani. Y, cuando se sacó aquella jugada (seguida por otras) frente al Zaragoza, sobre la línea de cal del fondo, muchos entrevieron en aquel zanquilargo nacido en Pamplona hace 25 años y criado en Rincón de Soto (La Rioja) algunas dosis de otro zanquilargo de Gallarta, Sarabia, quizás el futbolista técnicamente mejor dotado de cuantos ha dado el Athletic. Cuando el lunes, ante el Racing, marcó dos goles, dio otro a Toquero y destruyó a la defensa cántabra, San Mamés se convenció de la reinvención de Fernando Llorente, al que en su día torturó, al amparo de algunos entrenadores, hasta el punto de pensarse en una cesión que aquilatara su presuntamente alicaído carácter. Ahora, 63 goles en 194 partidos avalan su trayectoria rojiblanca.
"Con los rivales cerca, baja de espaldas balones imposibles y los juega de cara"
"No es sólo un rematador de cabeza, sabe moverse en espacios pequeños"
A Sarabia le da "pudor" establecer comparaciones entre Llorente y él mismo. "Podría resultar petulante hablar de uno", matiza. "Lo que sí tengo muy claro es que se trata de un futbolista excepcional y que, además, tiene todavía un margen importante de mejora", advierte. En su opinión, "tiene una gran capacidad para bajar de espaldas balones imposibles, con los contrarios muy cerca, y luego jugarlos de cara. Sabe asomarse bien para jugar primero. Sabe resolver bien los pases divididos. Es habilidoso, coordinado. Juega con las dos piernas y tiene un juego aéreo descomunal".
Las alabanzas de Sarabia reflejan la progresión de un futbolista que no hace tantos años era terriblemente criticado justo por todo lo contrario, Tras una salida fulgurante, de la mano de Ernesto Valverde, pareció diluirse en sus propias cualidades, empujado a convertirse en el típico cabeceador, en el clásico goleador, que acabaron por apocarle en el campo. A su desacierto se unía su tendencia a la queja, incompatible con el Espartaco que San Mamés intuía en este joven criado en Lezama desde los 11 años.
A Urzaiz, su predecesor en el cargo de chico grande, goleador, rematador, cabeceador, ese tipo de jugador al que se le ven con igual estruendo los aciertos que los errores, Llorente le recuerda a sí mismo "cuando baja a recibir, aprieta a los defensas, protege el balón...". "Esa era una de mis mejores cualidades y también una de las suyas", dice. Pero considera que no es la única: "En el juego por la banda es más importante que yo, porque esa era una faceta que yo no cultivaba mucho", indica, aunque considera que eso también supone un coste en la efectividad, para él muy importante porque no en vano consiguió 129 goles en 419 partidos con el Athletic: "A veces, para ser más efectivo hay que tener menos desgaste. Quizás por ello no aprovecha todo lo que sus cualidades proponen. Pero es un futbolista que se está haciendo mejor cada día y su juego de cabeza es, sin ninguna duda, el mejor de la Liga".
También hay pegas. Sarabia, rebuscando mucho, encuentra que "le falta dominar más el espacio, controlar mejor qué es lo que tiene a su alrededor para dar una mejor salida a la pelota". Quizás tenga algo que ver en ello el tipo de juego directo, vertical, visceral, que practica el Athletic, especialmente con Joaquín Caparrós, que le condena a continuas luchas desiguales tanto por arriba como por abajo. Otra pega: "Que San Mamés le exija constantemente ser excelente. Eso no sería bueno ni para él ni para el equipo, porque estamos hablando de un futbolista que no sólo es un rematador de cabeza, sino que también tiene capacidad para jugar de cara y moverse en espacios pequeños".
Llorente es, con Toquero, el futbolista más exigido en batallas inicialmente perdidas que ambos, con características distintas, acaban ganando. Ahora vive una segunda luna de miel con la afición y con la Liga, en busca de que la reinvención culmine y encuentre un hueco en la lista de Vicente del Bosque, el seleccionador español, para disputar la Copa del Mundo de Suráfrica.
No le obsesiona, pero lo persigue. Hace unos meses era consciente de hallarse un paso por detrás de Negredo, un futbolista de sus características, pero más variado. Hoy, el Sevilla y Negredo cotizan a la baja mientras el Athletic, sin cambiar un ápice su estilo ni el de Caparrós, aspira a un puesto en la Liga de Campeones del curso que viene. Son tendencias contradictorias a un mes del momento de la verdad. Lo dos últimos goles ante el Racing han dado alas a Llorente. Ahora sólo le falta doctorarse ante un grande, asaltar la jerarquía de la Liga. El sábado tiene una ocasión: en el Camp Nou.
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