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Tribuna:Laboratorio de ideas
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La triste telenovela europea

Ángel Ubide

La historia político-económica europea de los últimos meses contiene todos los elementos de las mejores telenovelas: engaños, traiciones, lealtades, decepciones, suspense, sorpresas de última hora y, sobre todo, mucha incertidumbre. Cada capítulo se hace eterno, la solución se pospone, en pequeñas dosis, y no se llega nunca a la conclusión. Si no estuviera en juego la sostenibilidad del proyecto europeo, si la telenovela no tuviera coste económico alguno, sería un interesante entretenimiento presenciar el debate público sobre la resolución del problema griego. Pero el coste no es cero, y está empezando a resultar significativo.

La reunión del Consejo Europeo de esta semana ha proporcionado poca claridad acerca del plan de rescate de Grecia, ya que la solución depende de la cuadratura de varios círculos políticos bastante complejos. Por un lado, están los hechos. Grecia se enfrenta a un problema de financiación a corto y medio plazo, resultado de su desastrosa gestión fiscal, que ha derivado en un déficit de casi el 13% y en un altísimo nivel de deuda publica. Los mercados han tomado nota y concluido que la probabilidad de suspensión de pagos es alta -la probabilidad implícita en la cotización de los CDS es de un 50% en los próximos 10 años- y, por tanto, están demandando un tipo de interés elevado para compensar ese riesgo.

La insistencia en que el FMI participe no se ha explicado bien y puede crear trabas de organización y conflictos

Ante semejante disyuntiva, las autoridades europeas llevan varios meses debatiendo la estrategia a seguir. Por un lado se enfrentan a la gestión de la crisis a corto plazo -asegurarse de que no se produzca un deterioro de la confianza que dificulte o impida el acceso griego a los mercados y desestabilice toda la zona euro-. Por otro lado, el análisis de las lecciones de esta crisis y los cambios necesarios para evitar que se vuelva a producir -cambiar la estructura de la política económica europea, incluyendo la posibilidad de una emisión de deuda común, la creación de un fondo de rescate y de restructuración de la deuda, la revisión de los tratados para reforzar la disciplina en caso de incumplimiento, y la ampliación de la coordinación de políticas para incluir los desequilibrios excesivos de balanza de pagos, tanto déficit como superávit-. Por ahora, las autoridades europeas parecen más preocupadas en debatir el futuro marco de política económica europea que en resolver el problema inmediato de financiación de la deuda griega, lo cual está derivando en una ambigüedad cacofónica de efectos muy nocivos.

La política doméstica alemana se ha convertido en un elemento fundamental del proceso. Las elecciones regionales del 9 de mayo pueden poner en peligro la estabilidad de la coalición de Angela Merkel, y de ahí el repentino endurecimiento de la posición alemana respecto a Grecia, a pesar del riesgo que supone para los bancos alemanes su alto volumen de tenencia de bonos griegos. Por desgracia, ni siquiera la visión de las autoridades alemanas está clara, como demuestra el intenso debate al respecto entre la Cancillería, el ministerio de Finanzas y el Bundesbank, lo cual enturbia todavía más el proceso. Finalmente, el debate interno europeo acerca del daño colateral que genera la política económica alemana de promoción de las exportaciones y desinflación competitiva -que se manifiesta de manera clara en el amplio superávit exterior- se ha intensificado, poniendo a Alemania en una situación todavía más defensiva; esto explica en parte su insistencia en renegociar los tratados para crear un mecanismo por el cual los países que no sean capaces de adoptar políticas disciplinadas de estilo alemán puedan ser expulsados de la zona euro.

Grecia ha adoptado un paquete de medidas de reducción del déficit destinadas a recuperar la confianza de los mercados, pero no tan draconianas como las que intentan pintar las autoridades griegas, ya que de los cuatro puntos del PIB de reducción del déficit en 2010, la mitad se deriva de la mejora de la gestión impositiva y la lucha contra el fraude fiscal y de la expiración de varias medidas anticrisis adoptadas el año pasado. Por tanto, el esfuerzo verdadero de reducción del déficit es de 2 puntos del PIB, importante pero no muy diferente de otros países europeos.

La realidad es que el mecanismo de ayuda diseñado por las autoridades europeas, basado en préstamos bilaterales y que sería compatible con los dictados legales de los tratados, se podría activar en cualquier momento, sin necesidad alguna de involucrar al FMI, si las medidas adoptadas por Grecia no fueran suficientes para recobrar la confianza de los mercados. La insistencia de que participe el FMI es algo que nadie ha explicado de manera convincente y que puede crear varias trabas de organización y conflictos políticos -por ejemplo, la compatibilidad de las condiciones asociadas a los desembolsos y las decisiones sobre los mismos, donde de manera indirecta otros países, a través del directorio del FMI, tendrían poder de decisión sobre los asuntos internos europeos-. Cabe, además, preguntarse qué señal se manda a los inversores mundiales cuando se admite que la zona euro no es capaz de gestionar sus propios problemas y necesita recurrir al FMI.

La política es el arte de lo posible, y en estos casos se echa en falta un liderazgo serio y decidido. Obama decidió echar un órdago e ir a por todas para aprobar la reforma de la Sanidad, ignorando la creciente negatividad de las encuestas. En Europa se echa en falta una clase política que sea capaz de alzarse por encima del corto plazo y actúe por el bien de todos. La política regional se impone al futuro europeo. La resolución del problema griego de corto plazo es relativamente sencilla si hay voluntad política y capacidad de liderazgo. El drama interminable de los últimos meses sugiere que carecemos de ambos. El resto de países con problemas, sobre todo España, deberían tomar nota y acelerar la resolución de los mismos. -

Ángel Ubide es investigador visitante del Peterson Institute for International Economics en Washington.

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