¿Y la economía social?
Resulta al menos curioso que en la llamada "cumbre anticrisis" que reúne hoy a partidos y agentes sociales, secuela del pleno del Parlament de hace unos días, no estén presentes los representantes del mundo de las cooperativas, sociedades anónimas laborales y otros espacios de economía social. Hace pocas semanas, Zapatero anunció la pronta redacción de una ley de economía social, reconociendo "su importante contribución al desarrollo socioeconómico y a la creación del empleo estable", y remachó que esta norma deberá estar "a la altura de la dimensión y de la transcendencia que este sector ha adquirido en nuestro país y que es poco reconocido, conocido y valorado". Afirmó incluso que, en plena crisis, muchas de esas entidades y empresas están "en primera línea de la lucha contra la exclusión social". En el mismo sentido, un informe reciente del Comité Social y Económico Europeo reconoce que las empresas de la economía social, "por su enraizamiento en las comunidades locales (...), no se deslocalizan, combatiendo de forma eficaz la despoblación de zonas rurales y contribuyendo al desarrollo de regiones y municipios desfavorecidos".
Pues bien, en Cataluña, la Federación de Cooperativas ha tenido que solicitar su inclusión en la "cumbre", recordando que en plena crisis el cooperativismo aumentó sus puestos de trabajo a lo largo del 2009 el 5,73%. Las 4.000 cooperativas existentes en Cataluña representan el 4% del PIB y 60.000 puestos de trabajo directos. Agrupan a más de un millón de socios, entre agricultores, trabajadores, consumidores y pequeñas empresas, lo que explica que el sector no sólo mantenga la ocupación, sino que incluso la aumente. Las empresas de la economía social cumplen tareas económicas y laborales como cualquier empresa, pero también tareas de bienestar social, conexión de las personas entre sí, compromiso territorial, asumiendo funciones adicionales pero imprescindibles (ambientales, de recuperación, servicios de proximidad) que el mercado, con su cortoplacismo, no está muy interesado en asumir. Todo ello debería llevarnos a buscar fórmulas que la impulsen ys al establecimiento de alianzas más estratégicas entre la economía social y el conjunto de las políticas públicas.
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