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Tentaciones
Entrevista:TELEVISIÓN

La venganza de Alec

Alec Baldwin aparenta estar de vuelta de todo. Mucho se habla de resurrecciones en Hollywood, pero la suya es de antología. "Y ahora presento los Oscar", se regodea en toda su corpulencia el que fuera uno de los guaperas oficiales de los noventa. "Voy a ser, junto con Steve Martin, el maestro de ceremonias de la mayor gala del cine. ¡Claro que he hecho las paces con Hollywood!", insiste, risueño y jovial.

La idea fue de la famosa cómica Carol Burnett, cuando, desencajada de la risa en una ceremonia presentada por Baldwin, gritó: "¡Alec tendría que presentar los Oscar!". Adam Shankman, productor de la gala de la Academia, tomó nota y, dispuesto a recuperar público como fuera, pensó en el dúo Baldwin-Martin. Hombro con hombro, como los vende el póster promocional. "Nunca viste Oscars como estos", reza el cartel. "Y así será, la mayor ceremonia de la historia del cine", dice, sobrado en talla y orgullo.

La imagen que ofrece no tiene nada que ver con esa chulería pendenciera que tenía en su juventud, cuando soltaba derechazos a ejecutivos o paparazzi. A sus 52 años, lo único que a Alec Baldwin le pone de punta esos pelos que siempre lleva tan repeinados es la idea de que su hija pueda convertirse en paparazzo. La batalla mediática que se trae con su ex esposa, Kim Basinger, ha propiciado que tenga una relación de todo menos idílica con Ireland Baldwin, de 14 años. El último capítulo del culebrón lo vivimos el 12 de febrero, cuando la adolescente avisó a urgencias tras una encendida conversación telefónica con su padre porque temía que éste tomara una sobredosis de fármacos. La cosa se saldó con una visita del actor al hospital y demostró que aunque viva una segunda juventud profesional puede perderse por su carácter inestable.

Aun así, presume de vivir su mejor momento. "En el otoño de mi carrera", matiza. La serie Rockefeller Center le ha valido dos Globos de Oro y ha descubierto el lado cómico de un actor que siempre se tomó demasiado en serio. "Va con la edad. De joven te torturas, pero de mayor quieres divertirte. Y es lo bueno de la serie, que voy todos los días a pasármelo bien", apura. Los ojos azulados que le hicieron estrella se pierden entre sus mofletes sonrientes. En la serie, creada por Tina Fey, Baldwin se ríe ampliamente de sí mismo y de esa industria que toda su vida criticó y que tanto le vapuleó. Y también ríe con su último éxito cinematográfico, No es tan fácil, o con algunos de los mejores papeles de su carrera, en El aviador o Infiltrados, bajo la tutela de Martin Scorsese.

Y como en toda buena resurrección, en realidad Baldwin quiere pasar a otra vida. ¿Adiós al cine? "Actuar me encanta, pero también tengo otras ideas en mente", confiesa. La primera que viene a la cabeza es la política (dado que estudió ciencias políticas). Es un liberal que nunca se ha callado su opinión, aunque no siempre estuvo de acuerdo con un Hollywood demócrata. "No ahora, no veo dónde encajaría", apunta, sin descartar la idea por completo. "Por el momento quiero escribir. Ya lo hice antes. Mi libro A promise to ourselves era más que un ataque a mi ex esposa. Por eso me gustaría tener tiempo para ordenar las ideas y ponerme a ello", aduce. La cuestión es que esto de abandonar la carrera ya lo ha dicho antes, y aquí sigue. Aunque por primera vez lo dice desde lo más alto.

Canal + emite los Oscar el 8 de marzo, a las 0.30.

<b>Así de feliz se mostró Alec Baldwin cuando recibió el Globo de Oro a mejor actor de comedia por su papel en la serie de televisión <i>Rockefeller Plaza. </i></b>
Así de feliz se mostró Alec Baldwin cuando recibió el Globo de Oro a mejor actor de comedia por su papel en la serie de televisión Rockefeller Plaza.

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