El Nobel de economía tendrá que esperar
A la investigación científica en España le sobra endogamia y le falta competencia
La London School of Economics tiene en su edificio de atención a los estudiantes una pared reservada a exponer fotografías y biografías de los premios Nobel que forman parte de esta escuela. La pared está repleta. Quince galardonados. Once de ellos son Nobel de economía. Álvaro Martínez-Echevarría, director del madrileño Instituto de Estudios Bursátiles, enseña orgulloso esa sala. Tienen un acuerdo para que sus alumnos de master reciban algunas clases en la prestigiosa escuela londinense. "Impresiona ver los premios que tienen", dice. ¿Por qué ellos tienen 11 premios suecos de economía y las escuelas y universidades españolas ninguno? "Supongo que es cuestión de investigación", razona.
Las universidades de EE UU pelean por fichar a los mejores académicos
El directivo del IEB se niega a descartar que algún día en sus paredes también cuelgue alguna de esas fotografías. "Somos conscientes de que para eso hay que hacer investigación económica. Por eso este año hemos puesto en marcha un departamento específico", explica. Han buscado expertos y financiación en empresas privadas. Además han creado un sello de publicaciones y una revista que esperan sea de referencia en economía. "Sabemos que es un trabajo complicado. Y caro. Porque si quieres robar tiempo a los mejores profesionales debes estar dispuesto a pagarlo", explica Lorenzo Dávila, responsable del nuevo departamento.
Dinero, esfuerzo y tiempo. ¿Son éstas las únicas claves para destacar en la investigación económica a nivel mundial? Ocupar los puestos de referencia (e incluso, por qué no, conseguir un Nobel de economía) es un camino arduo, y en España, todavía lleno de baches. Según estudios publicados en 2003, hay un alto número de economistas académicos, por encima de la media europea. Pero, en general, son muy poco productivos en cuanto a investigaciones de referencia.
Todos los expertos coinciden rotundamente en señalar dos problemas clave en la salud de la investigación económica en España: la falta de competitividad y la endogamia. Las universidades públicas (y algunos centros de investigación con financiación pública o alguna escuela de negocios) son los lugares donde se mueve la investigación. Hay que destacar que un pequeño grupo ha logrado destacar. También contados académicos. Pero no es la máxima. "En España sí hay algunas personas que han estado incluso en las quinielas del Nobel, y que por su trayectoria y su edad creo que tienen posibilidades reales", puntualiza Juan José Dolado, investigador de la Universidad Carlos III de Madrid.
Xavier Sala i Martin, profesor en la Universidad de Columbia (Estados Unidos) y la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona), es una de esas apuestas del gremio para llevarse algún día el galardón sueco, aunque él prefiere señalar como favorito a otro grande, Jordi Galí. ¿Qué tienen ellos que no tengan otros? Ambos ocupan puestos muy altos en los rankings de publicaciones de referencia internacional. Galí por la cantidad de investigaciones que ha realizado. Sala i Martin porque es de los más citados por otros (es decir, que otros; en sus investigaciones, hacen referencia a sus textos, lo cual le otorga relevancia). Y ambos tienen sobre todo una cosa en común: han investigado en el extranjero, en Estados Unidos.
"El problema es que el sistema universitario de España no genera incentivos para los investigadores. El sueldo de un profesor universitario en EE UU está relacionado con sus publicaciones. Cobran más cuanto más y mejor producen", explica Sala i Martin. En España, los profesores son antes funcionarios que investigadores y las plazas fijas de docencia poco tienen que ver con la aportación de nuevas ideas. "En el extranjero, la investigación es como el fútbol: funciona con fichajes. Alguien de la Columbia, si publica cosas interesantes, puede recibir una oferta mejor de Harvard para que imparta clases e investigue allí. Eso en España no pasa. Y no es cuestión de que la universidad sea o no pública, sino de la mentalidad. California, por ejemplo, permite a su universidad pública (Berkeley) que compita en ofertas con la Columbia, que es privada", agrega.
"Sólo cuatro universidades de España aparecen en los rankings como ejemplos de referencia en investigación. La Pompeu Fabra, la Carlos III, la Autónoma de Barcelona y a veces la de Alicante, algo más rezagada", explica Antonio Villar, investigador de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). ¿Por qué hay un puñado que destaca y el resto están a años luz? "Porque tienen otro sistema. Han entendido la importancia de atraer a personal internacional y de asumir algo básico que pocos centros españoles entienden: un estudiante que lee su tesis en un departamento no tiene por qué quedarse en él como profesor. Hay que contratar a los mejores. Estén donde estén", dice rotundo Villar. Y es que en España a veces se da algo que impensable en otros países: un joven puede entrar con 18 años a estudiar una carrera, hacer un doctorado y acabar de profesor y catedrático sin salir del mismo campus.
Eso es precisamente lo que tratan de evitar en el departamento de economía de la Carlos III. "Usamos parámetros de competencia internacional para contratar profesores. Hay que evitar la endogamia. Nunca contratamos a alguien que ha hecho aquí el doctorado. Pero el problema es que en España la movilidad de estudiantes es muy baja", comenta Dolado. Aun así, dice, las cosas van a mejor. "Pero la calidad, lleva su tiempo", recuerda.
El 'ranking' como termómetro
Un éxito en la investigación contra el cáncer tiene un reflejo tangible que hace que medir su importancia sea fácil. Pero ¿cómo medir la salud de la investigación económica en un país? Los rankings internacionales son uno de los baremos más aceptados. Hay listas sobre los mejores centros de investigación, los profesores que más producen y de los que más repercusión logran (todo siempre en función de investigaciones publicadas en un selecto grupo de revistas económicas de referencia). Todos los métodos tienen alguna grieta, pero, puesto arriba puesto abajo, según los expertos, permiten tomar la temperatura al sector.
España, a pesar de contar con muchos académicos de economía, no destaca en estos rankings. Entre las 100 universidades con más aportaciones a la investigación entre 2004 y 2008, hay 4 de España (y 57 de EE UU), según la Universidad de Tilburg. En cuanto a investigadores reconocidos, hay 15 entre los 200 más importantes de Europa, según RePeC, de la Universidad de Connecticut. Existen decenas de listados. Pero aparte de ellos, no hay mucha información actualizada en España sobre la marcha de los estudios económicos. En mayo, sin embargo, el Observatorio de la Investigación Económica (creado por la Real Academia de Ciencias Económica y Financieras) ha prometido entregar al Senado un informe pormenorizado sobre la materia. El presidente del observatorio, Francisco Javier Maqueda, no quiere adelantar nada, pero asegura que incluirá recomendaciones sobre cómo puede el Gobierno mejorar este campo. -
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