Luz Peña Tovar, una original y tenaz escritora
La dramaturga y novelista fue hallada muerta en su casa de Madrid
No se sabe aún con certeza qué día y por qué causa falleció en su casa madrileña la novelista y dramaturga Luz Peña Tovar, de 48 años, ya que aún no hay resultados de la autopsia realizada en el Instituto Anatómico Forense. Allí fue trasladado su cuerpo cuando fue hallado, el sábado pasado. Fue gracias al empeño personal de dos hombres de teatro: el dramaturgo Jerónimo López Mozo y el director de la Escuela de Arte Dramático de Valladolid, José Gabriel López Antuñano. Ambos, sabedores de la absoluta formalidad de Luza -como la llamaba todo el mundo- en sus asuntos laborales, pusieron denuncias en comisaría para alertar de su desaparición, ya que Peña Tovar había faltado a unos compromisos profesionales. En un principio, no les hicieron ningún caso, pero López Mozo insistió hasta la saciedad y con autorización judicial y los bomberos encontró el cuerpo de la escritora en el suelo de su casa.
Trabajó en el teatro de La Abadía, que dejó para dedicarse a su vocación
Nacida en Florencia (Colombia) en 1961, Luz Peña Tovar era licenciada en Derecho e inició su formación artística en el Taller de Investigación Teatral de la Corporación Colombiana de Teatro. En Madrid se licenció en la Real Escuela de Arte Dramático y realizó trabajos como actriz y directora de actores en teatro, asistente de dirección en televisión y profesora universitaria, antes de dedicarse a la escritura. Actualmente daba clases en la Escuela de Arte Dramático de Valladolid.
Peña Tovar escribió las novelas Frecuentar el fuego, mención en el Premio Casa de las Américas 2003 en La Habana, galardonada en el Latino Book Award 2005 (Nueva York) y publicada por Villegas Editores (Bogotá), y Cuando cierra la noche, editada en 2005 por la misma casa.
Y también obras de teatro: Un remolino en el río, premio María Teresa León para Autoras Dramáticas 2001 (Madrid), publicada por la ADE, y Yajicuení (Hijos del Tigre de Espesura), finalista del Premio Nacional de Dramaturgia 2003 de Colombia, donde la consideraban una promesa literaria.
El director y actor José Luis Gómez la incorporó al equipo del teatro de La Abadía cuando lo creó, hace 15 años. La conoció a través de la directora Rosario Ruiz Rodgers, también colombiana, y le pareció fundamental que Peña formara parte de su equipo, tanto por favorecer a una emigrada como por su compromiso con el teatro. "El proceso más emocionante que he visto en Luza fue el de su emancipación personal, cómo se hizo escritora, empezando a leer hasta el punto de devorar los libros para llegar a escribir, y todo con grandes carencias económicas", señaló ayer Gómez, quien recordó que ella dejó La Abadía para dedicarse por completo a su vocación, lo que la dejó sin recursos económicos. "En sus novelas hay una factura de escritora clarísima", concluyó Gómez. En La Abadía trabajó en sala, como secretaria de dirección y taquillera.
López Mozo la veía últimamente, porque ella estaba realizando un trabajo sobre la obra Puerta del Sol, de este autor. Se lo encargó el catedrático José Romera Castillo como preámbulo a la tesis doctoral que iba a realizar bajo su dirección. "Le facilité materiales y, cuando me mandó el trabajo y quise contestarle, no cogía el teléfono, no contestaba al correo", señala López Mozo, cuya inquietud fue en aumento al saber que en Valladolid tampoco se había presentado a sus clases y allí habían denunciado su desaparición en comisaría. "Me costó mucho que me escuchara la policía y, cuando por fin lo hizo, me hicieron responsabilizarme de todo, a lo que accedí", comenta.
López Mozo, como otros amigos de la escritora, sabía que Peña Tovar nombró albacea de sus escritos a una amiga y que no quería ser incinerada. Tanto la Escuela de Arte Dramático de Valladolid como el teatro de La Abadía y unos amigos de ella se harán cargo del entierro: "Era una autora muy valiosa, que merece mucho la pena, pero se movió en un mundo muy difícil", continuó el autor, quien dijo que ya se había localizado a la familia en Colombia.
En un análisis sobre su novela Cuando cierra la noche, Carmen Sánchez García, de la Universidad Complutense de Madrid, escribió: "El estilo es ágil, colorista, a ratos mordaz, a veces humorístico, en ocasiones intimista".
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