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Reportaje:

Santos y conciencia social

El Bellas Artes de Sevilla acoge una exposición sobre la juventud de Murillo

El prestigio y la fama de Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) resurge con fuerza al compás del siglo XXI. El renombre de uno de los artistas fundamentales del Barroco sufrió algunas melladuras al principio del siglo XX, cuando las nuevas corrientes pictóricas rompieron las costuras de lo establecido. El pintor sevillano de las imágenes religiosas llenas de ternura, el artista cuyas obras fueron a parar a las mejores colecciones del mundo en los siglos XVIII y XIX, pasó por el calvario habitual al que están condenados los grandes. Murillo vuelve hoy a pisar fuerte entre los especialistas (el público popular nunca dejó de amarlo). Un ejemplo del auge del artista es la exposición El joven Murillo, que se abre hoy al público en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. La capital andaluza acoge por primera vez una exposición sobre Murillo de gran alcance.

Museos de Japón, Francia, EE UU, Alemania e Italia aportan sus cuadros

La muestra reúne 60 pinturas del artista (42 de ellas proceden de todo el mundo; el resto son propiedad del museo sevillano). Los lugares donde están depositadas las obras trazan un completo recorrido por países y continentes. Museos de Japón, EE UU, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Portugal, Irlanda y Bélgica se han sumado a la muestra, que concluye el 30 de mayo y que fue expuesta en el Museo de Bellas Artes de Bilbao el pasado otoño.

Cuadros tan célebres como El joven mendigo (también conocido como El piojoso y que procede del Museo del Louvre) o Dos muchachos comiendo melón y uvas (que ha sido llevado a Sevilla desde Múnich) comparten espacio con dos versiones de Huida a Egipto (The Detroit Institute of Arts, EE UU, y Musei di Strada Nuova-Palazzo Bianco de Génova). Son sólo cuatro ejemplos de una ocasión única de transitar por los caminos abiertos por el pintor en su juventud.

Los comisarios de la muestra son Alfonso Pérez Sánchez, ex director del Museo del Prado, y Benito Navarrete, asesor del Centro Velázquez de Sevilla. Navarrete acompañó ayer a la consejera de Cultura, Rosa Torres, en la presentación de la muestra. Navarrete hizo hincapié en que en esta exposición "está representada casi el 70% de la producción del joven Murillo". La muestra se interna, así, en su actividad en sus primeros años de trabajo, es decir entre 1638 y 1653.

Las 42 pinturas llegadas a Sevilla y seleccionadas entre museos y colecciones de todo el mundo son las que exploran el trabajo de juventud del pintor. Un Murillo que daba sus primeros pasos artísticos bebió de la obra de Juan de Roelas, Francisco de Zurbarán y Diego Velázquez. Con todo, hubo artistas que le influyeron y que trascendieron el ámbito sevillano. José de Ribera y pintores italianos y flamencos atrajeron la mirada de Murillo.

La exposición presenta pinturas en las que Murillo muestra su apego a una temática que lo hizo famoso: las representaciones de la Virgen con el Niño. Pero hay también recogidos otros asuntos religiosos, como las iconografías de la Magdalena y San Jerónimo. Y, sobre todo, hay cuadros que muestran su preocupación social. Su relación con los franciscanos despertó en el pintor un fuerte interés por los más desamparados. Sevilla, el enclave por el que corrían las riquezas de la aventura americana, acogía también a gentes miserables que conmovieron a Murillo.

La mendicidad y la pobreza fueron una temática esencial que la muestra recoge en el apartado La conciencia social. Cuadros como los citados El joven mendigo o Dos muchachos comiendo melón y uvas, así como Vieja con gallina y cesta de huevos, Vieja hilandera y Vieja gitana con niño ilustran este aspecto de su trabajo de juventud.

Pero la muestra, que está instalada en dos salas, es mucho más que eso. Junto al apartado La conciencia social, figuran otros cuyos títulos son elocuentes: Primeras obras, El claustro chico, Los lienzos monumentales, La infancia de Cristo, María Magdalena y Santa Catalina de Alejandría y Visión, éxtasis y santos penitentes. En resumen, toda una geografía artística que pone a Murillo en la primera fila del nuevo siglo.

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