Terror en 'Casa de muñecas'
Ochandiano estrena en Sevilla una versión contemporánea de la obra de Ibsen
Amelia Ochandiano se atreve con Casa de muñecas, del noruego Henrik Ibsen, una obra que a pesar de estar escrita en 1879 es "un clásico de terror contemporáneo", aseguró ayer en Sevilla la directora de la obra. Silvia Marsó y Roberto Álvarez, entre otros rostros habituales del cine y la televisión en España, protagonizan este montaje que es estreno nacional y podrá verse en el Teatro Lope de Vega desde hoy hasta el próximo domingo día 7.
"Mi interés es dar mi visión, la de una mujer contemporánea. Intento leer una partitura para hombres y mujeres de este siglo. No he aportado nada de mi cosecha, me he limitado a ser fiel, concisa y contemporánea", explica la directora de este proyecto que asumen Teatro de la Danza de Madrid y Entrecajas Producciones.
Silvia Marsó recrea a una Nora con tres niveles interpretativos
Casa de muñecas es la historia de una mujer felizmente casada y conforme con el papel secundario al que estaba relegado su género hasta hace muy poco pero que, en un momento, explota y da el portazo. Sin embargo, Ibsen dejo muy claro que el texto, que durante años ha sido bandera del movimiento feminista, no habla de la liberación de la mujer; sino "de la liberación del ser humano", como apuntó Roberto Álvarez, quien encarna a Helmer, el marido autoritario de Nora. "La obra trata del comportamiento de las personas en sociedad, del matrimonio basado en una estructura desigual", afirma Pedro Miguel Martínez, quien da vida al doctor Rank.
Silvia Marsó encarna a Nora, la mujer que se atreve a romper con las convicciones de su tiempo. Ibsen tuvo que cambiar el final de la obra poco después del estreno, ya que algunas actrices se negaron a representarla tal y como estaba escrita. Apaño que se aprovechó en España durante la dictadura franquista y se representó también con ese final menos desafiante para una sociedad machista.
"Nora es uno de los personajes más emblemáticos para cualquier actriz, porque es uno de los más estudiados en la escuelas de Arte Dramático. Es una mujer que vive engañándose a sí misma. Actúa de una forma, pero piensa de otra. Por eso sobre el escenario trabajas a tres niveles: lo que dice, lo que piensa y lo que oculta. Ibsen es un precursor de la visión de identidad que, más tarde, desarrollaría Freud", comenta la actriz. "El montaje es como un thriller psicológico, es muy moderno y tiene mucho ritmo", añade Silvia Marsó.
"Elmer no es una mala persona, sino una persona profundamente equivocada y Amalia (la directora) ha huido de los arquetipos y ha sabido crear este montaje enfrentando a cada personajes con sus luces y sus sombras", argumenta Roberto Álvarez en defensa de su personaje.
La obra está basada en un hecho real, algo que le ocurrió a una escritora amiga de Ibsen pero que tuvo un triste final. Ella terminó sus días en un manicomio.
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