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Reportaje:

Con él llegó el escándalo

La aventura del futbolista John Terry con la novia de un compañero de equipo, asunto nacional en Inglaterra

Las revelaciones sobre la aventura extramarital del futbolista inglés John Terry con la novia de un compañero de equipo se ha convertido en asunto nacional en las islas británicas. Y por un doble motivo, legal y deportivo. Todos los diarios británicos se aprestaron ayer a divulgar los detalles del affaire que el capitán del Chelsea mantuvo con la modelo francesa de lencería Vanesa Perroncel, entonces relacionada con el defensa Wayne Bridge, después de que un juez revocara, la víspera, una sentencia que impedía a la prensa toda mención del caso.

El jugador había apelado a la ley británica de derechos humanos para proteger su intimidad, pero el magistrado Tugenthat sostuvo que la libertad de expresión superaba cualquier otra consideración. Victoria para los medios de comunicación en la defensa de sus argumentos de que los personajes famosos y adinerados suelen ampararse en el excesivo secretismo de la justicia.

Nombrado "padre del año" meses atrás, a la humillación pública que ha supuesto para Terry la exposición del engaño a la madre de sus gemelos, Teri Poole, se suma el cuestionamiento de su papel como capitán de la selección inglesa de fútbol. Fabio Capello, entrenador del equipo nacional, afronta un verdadero problema cuando falta menos de medio año para el Mundial de fútbol de Suráfrica.

Las portadas de los tabloides le reclamaban ayer a Capello la cabeza de Terry, a quien reprochan no tanto la infidelidad a su esposa como que sea la novia de un compañero de equipo y, también, las consecuencias que todo este asunto pueda tener en el rendimiento de la selección.

Y lo que es peor, Bridge pasaba por ser uno de los mejores amigos de John cuando ambos formaban parte de la plantilla del Chelsea, equipo londinense que el primero abandonó recientemente para incorporarse a las filas del Manchester City.

En el pasado, la puritana Inglaterra perdonó a Terry, de 29 años, su fama de mujeriego y bebedor. Incluso, las noticias difundidas por la prensa amarilla sobre los hurtos en los que incurrieron tanto su madre como su suegra en los grandes almacenes del barrio, a pesar de que el jugador cotiza a 170.000 libras (unos 195.000 euros) por semana. La prensa sensacionalista descubrió, además, que Terry ganaba un dinero haciendo de guía turístico de los visitantes del estadio del Chelsea, Stamford Bridge.

Pero la burla a la confianza de un compañero, y también la pretensión de censurar detalles de su vida personal para salvaguardar sus multimillonarios contratos publicitarios, ha acabado en una inusual entente: el grueso del público y de los diarios, independientemente de su color y condición, da ahora la espalda al internacional inglés, uno de los futbolistas más populares entre los aficionados locales y el jugador con mayor palmarés en la historia del Chelsea.

John Terry, futbolista de la selección inglesa.
John Terry, futbolista de la selección inglesa.AP

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