Gelabert crea un maremoto de sensaciones en el Lliure
Larga ovación del público. Al igual que había sucedido en 1997, cuando estrenó la pieza en el Lliure de Gràcia, ayer la respuesta fue también entusiasta en el Lliure de Montjuïc. Cesc Gelabert recuperaba La sección (daurada) I, del alemán Gerhard Bohner, la única pieza de otro coreógrafo que ha bailado hasta la fecha.
Matemático, sobrio e íntimo, el baile de Gelabert se pasea y se expande entre un espacio acotado por columnas doradas mientras el espectador es arrastrado por un maremoto de sensaciones. Vida y muerte se entrelazan en este bosque minimalista a la merced de un desnudo y expresivo gesto.
El bailarín catalán, enamorado del trabajo del creador alemán -que sintetiza dos corrientes fundamentales de la danza moderna europea: la abstracción más extrema y el expresionismo alemán heredado de su maestra Mary Wigman- quiso profundizar en su obra. Esta meticulosa y exhaustiva investigación le llevó a montar también La sección (daurada) II, y Negro, blanco, señalar, este último un solo de 1983 que estrenará la próxima primavera en Viena.
El bailarín retomará en septiembre su emblemática pieza 'Belmonte'
Lo maravilloso e increíble de estos trabajos es que la omnipresente personalidad escénica de Gelabert no mengua ni un ápice, su limpio movimiento y la calidad de su baile reinan junto a la esencia de Bonher. Esta sutil independencia encierra un hechizo. Madurez y sabiduría, elegancia y sencillez se entrelazan para esculpir dos presencias. Cada gesto, cada mirada y cada giro marcan un camino o una emoción.
Esta magnífica pieza, que puede verse hasta el domingo, tiene dos aliados de excepción, la cristalina y lujosa música del El Clavecín bien templado, de Johan Sebastian Bach, y la original y perturbadora escenografía de Vera Röhm, basada en nueve grandes listones de madera y plexiglás que bajo el efecto de las luces se convierten en árboles de oro.
A Cesc Gelabert, nuestro bailarín y coreógrafo más internacional, no le faltan proyectos. Celebrará los 25 años de la Companyia Gelabert-Azzopardi remontando su coreografía más emblemática Belmonte (1988), que inaugurará en septiembre la nueva temporada del Lliure. Además, planea un nuevo proyecto con el artista plástico Frederic Amat.
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