Viaje literario en Cádiz hacia el interior del miedo
El lobo siempre acaba viniendo. O comiéndose a la abuelita. Los lectores más pequeños suelen horrorizarse con su presencia. Pero el cuento no sería nada sin él. La necesidad del malo, la permanencia del miedo y la intriga, la pasión por lo desconocido y lo misterioso forma parte de la tradición literaria infantil. Lo enseña la exposición itinerante Bu! Ahh!, organizada por el Centro Andaluz de las Letras, dependiente de la Consejería de Cultura, que acaba de recalar en la Biblioteca Provincial de Cádiz. Son 27 ilustradores andaluces que abren las puertas al terror que se esconde en los relatos aparentemente más inocentes.
La muestra se compone de 30 paneles diferentes. En tres de ellos se detalla la esencia del cuento del terror, sus ingredientes fundamentales para atrapar al lector. Requiere de un protagonista, puede ser un atrevido o insensato, o un débil y miedoso. Generalmente las mujeres asumen este último papel. Son las perfectas víctimas para el antagonista, reconvertido en lobo, bestia, bruja, mago o cualquier otro personaje con suficiente autoridad para imponer su poder terrorífico sobre la historia y, ante todo, hacia el lector.
En esta doble tesitura otros personajes completan las tramas. Puede llegar un héroe salvador. Será el que asegure el final feliz si el o la protagonista no es capaz de zafarse por sí mismo del absolutismo maléfico. Suele haber en cada cuento un objeto mágico que se persigue, que puede adoptar todo tipo de formas. Y la resolución suele acabar, para tranquilidad de los infantes, con la lección aprendida de que los malos no pueden salirse con la suya y que la bondad prevalecerá finalmente. Ésa es, al menos, la arquitectura básica con la que se ha levantado la literatura infantil y juvenil.
El combate con el mal
La exposición exalta los atractivos del miedo y lo hace a través de la recopilación de obras de ilustradores andaluces como Abel Ippólito, Nono Granero o Tesa González, quienes se han inspirado en cuentos tradicionales de la comunidad. La muestra, por tanto, cumple un doble propósito: ganar lectores a la causa general y dar a conocer la historia del relato andaluz. Entre las obras, destacan piezas extraídas de Cuentos de Maricastaña.
Cada dibujante ha elegido un personaje, un párrafo o una escena. Un cuaderno y un catálogo facilitan la comprensión de la exposición. Son las claves para conocer cómo el lobo puede aparecer en cualquier momento y salir triunfante de ese combate con el mal.
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