Una montaña ante Verdasco
El madrileño, semifinalista hace un año en Australia, se medirá a Davydenko en octavos
Nicolás Almagro grita bajo el sol. Su aullido no tiene nada que ver con que tenga un hueso de la mano izquierda roto. Su chillido no es porque Antonio González, su entrenador de siempre, esté en casa recuperándose de un ictus. Almagro grita porque ayer ganó 6-4, 6-3 y 6-4 al colombiano Alejandro Falla y se clasificó para los octavos del Abierto de Australia. Hay tenistas que se acercan a la excelencia por el sufrimiento. Almagro es uno de ellos. Fernando Verdasco, que se deshizo de Koubek (6-1 y retirada) y espera ahora a Nicolay Davydenko, el tenista del momento, es otro. Uno que busca el camino de la victoria a través de Gil Reyes y su potro de tormentos.
Para entrar en el gimnasio de Reyes en Las Vegas hay que firmar un acuerdo de confidencialidad. Prometer que no se desvelarán los secretos de las máquinas inventadas por el mentor de Andre Agassi. Este invierno, el visitante se hubiera encontrado a Reyes gritándole y abrazándose a un tenista. A Verdasco. Uno que levanta pesas con su padre y su amigo Claudio en las bancadas de al lado. Uno que antes comía en vacaciones caballa, mojarras, peces tambor, anchoas, chocos o morenas después de pescarlas en barco por Huelva, y que ahora ha descubierto las ventajas de la carne roja estadounidense, proteínas a lo bestia, allí por Las Vegas. Ese tenista, el número nueve del mundo, jugará mañana contra el maestro de maestros, Davydenko, número seis.
"Está muy preparado para ese reto", sostiene Gil Reyes, su preparador
"Fernando está muy preparado para ese reto", le cuenta Reyes a este diario. "La presión, en su caso, es un premio por haber sido un tenista relevante en 2009", prosigue. "Recibirá esa presión con respeto y gratitud y seguirá trabajando lo más duro que pueda para llegar a sus metas. Los tenistas trabajan toda su vida para obtener éxito. Cuando llegan a lo más alto, no deben verlo como una carga, sino como una confirmación de todos los años de trabajo". Reyes no sólo trabaja el cuerpo -"se ha notado una mejora espectacular en su fuerza", cuentan en el entorno de Verdasco-. Sus palabras también trabajan el alma. Reyes le habla a un tenista que le escucha como a un oráculo. A un hombre que aún visita al psicólogo deportivo con el que trabaja desde hace años. A un jugador que el curso pasado llegó hasta semifinales en Melbourne y que ahora se enfrenta a retos casi imposibles: Davydenko en octavos y, quizás, en cuartos, Federer, vencedor de Albert Montañés (6-3, 6-4 y 6-4).
"Cuanto más conozco a Fernando como persona y como atleta, más me doy cuenta de que espero de Fernando lo mismo que él de sí mismo: lo mejor. No tiene dudas sobre sus metas ni sobre cómo alcanzarlas, es uno de los mejores", avisa Reyes. ¿Y qué piensa Davydenko, que ha ganado a Verdasco en seis de sus siete encuentros y que arrolló al argentino Juan Mónaco por 6-0, 6-3 y 6-4?: "Depende de mí, de cómo juegue yo".
De Australia se despidió Carla Suárez tras un 6-0 y 6-3 contra Serena Williams. "Pero ha sido el 6-0 más duro de mi carrera", dijo Serena, que necesitó ocho puntos de set para ganar esa manga. En el último juego de esa primera manga, Suárez forzó hasta trece veces el 40-40.
Tercera ronda. Hombres. N. Djokovic (Ser.)-D. Istomin (Rus.), 6-1, 6-1 y 6-2. J. W. Tsonga (Fr.)-T. Haas (Ale.). L. Hewitt (Aus.)-M. Baghdatis (Cyp.), 6-4 y 4-2 (ab.). L. Kubot (Pol.)-M. Youzhny (Rus.), (ab.). Mujeres. C. Wozniacki (Din.)-S. Peer (Isr.), 6-4 y 6-0. N. Li (Chn.)-D. Hantuchova (Svk.), 7-5, 3-6 y 6-2. V. Williams (USA.)-C. Dellacqua (Aus.), 6-1 y 7-6.
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