Un Lyon para comérselo
La ciudad de los hermanos Lumière, la de Paul Bocuse, la de la seda, la de la buena vida. Del casco viejo a la colina de Croix Rousse, un día con mucho sabor. Y que no falte la copa de vino
El río Saona nace en el noroeste de Francia y en Lyon se encuentra con el Ródano. Si París bien merece una misa, la elegante y tranquila Lyon (www.lyon-france.com), la tercera ciudad de Francia, con dos ríos y dos colinas, capital de la cocina y de la seda, bien merece una visita, aunque sólo contemos con 24 horas (siempre ampliables, s'il vous plaît). Easyjet (www.easyjet.com) vuela hasta aquí desde Madrid (ida y vuelta, a partir de 49 euros) y Barcelona.
9.30 Desayunando como marqueses
Cruzando el Saona llegamos al casco viejo, esta maravilla renacentista que nos recuerda a Florencia y Estocolmo, por donde da gusto callejear y perderse sólo un poco. Las calles adoquinadas, las fachadas elegantes y antiguas, y los escaparates decorados con tanto esmero. Al otro lado de uno de estos escaparates, en La Marquise (1) (37, Rue Saint-Jean), junto a la catedral, tomaremos el primer café, advirtiendo que el acogedor local también es una cuidada panadería, exquisita charcutería y sorprendente quesería. ¿Nos conformaremos con el café y no probaremos esas tartas?
10.30 Tejido de pasadizos
Estamos en el casco viejo, patrimonio de la humanidad, junto a la catedral (2), rotunda, hermosa, de fachada modesta, mezclando románico (se empezó en el XII) y gótico, donde Richelieu fue nombrado cardenal -bajo las impresionantes vidrieras- tras propiciar el reencuentro de María de Médicis y su hijo, Luis XIII, con un famoso reloj astronómico (la catedral, no Luis XIII) que nos recordará el nuestro de muñeca: tenemos 24 horas, así que a la calle. Otra vez las fachadas, los escaparates, los puestos de crêpes, los patios de los edificios, y del patio se abre un pasadizo que teje una red que cruza todo el casco viejo, los llamados traboules, por los que se transportaba la seda de forma segura (recordemos Seda, de Baricco, seguramente inspirada en Lyon); recorramos algunos, hagamos apetito que estamos en la capital de la cocina.
12.30 ¡Ostras! ('dans la rue')
Crucemos de nuevo el puente (recuerdo mi primera lección de francés: voilà le metro, voici le pont!) hacia la plaza Bellecour (3), la plaza peatonal más grande de Europa, rodeada de calles comerciales; una de ellas, la Rue St. Exupéry (4), donde nació el hombre inquieto que antes de desaparecer con su avión en 1944 escribió algunos libros, el más famoso El principito, que todos hemos leído, con esa boa tragando elefantes. Y muy cerca, en la plaza Célestins (5), un aparcamiento al que es obligatorio asomarse, una maravilla arquitectónica de dentro de varios siglos. De nuevo en la superficie, frente a algunos de los muchos restaurantes, cocineros abriendo ostras sobre hielo picado, observados por un ejército de botellas de vino. Pero almorcemos en un bouchon.
13.30 Tentaciones de 'bouchon'
Los bouchons son restaurantes de comida lionesa. Platos generosos, precios asequibles y acogedora decoración tabernaria. Salchichón caliente, croquetas de pescado, pollo de granja con salsa blanca y un Beaujolais o un Còtes du Rhone para beber, menos de 30 euros. Cerca de St. Exupéry está el Chez Abel (6) (25, Rue Guynemer; www.cafecomptoirabel.fr), frente a la basílica d'Ainay, del siglo XII. También podemos recorrer la Rue Mercière (7), llena de restaurantes. Los paladares (¡y bolsillos!) más exquisitos (o exquesitos, si buscan el mejor queso) tienen a las afueras L'Auberge du Pont de Collonges (8) (www.bocuse.fr; 40, Rue de la Plage; en Collonges au Mont d'Or), el de Paul Bocuse, el chef de los chefs; los más curiosos tienen Brasserie Georges (9) (www.brasseriegeorges.com; 30, Cours de Verdun-Perrache; 0033 4 72 56 54 54), con más de cien años y el comedor más grande del mundo, cocina lionesa y fabricación propia de cerveza. No nos extraña a estas alturas que el gran Rabelais escribiese las primeras novelas de Gargantúa y Pantagruel aquí en Lyon, donde el benedictino ejerció de médico.
16.30 La ciudad a vista de pájaro
De nuevo al viejo Lyon. Otro puente y el casco viejo. Preguntemos por la estación - (10) del funicular a Fourvière - (por cierto, ¿adivinan dónde se instaló el primer funicular del mundo en 1862, accionado por una máquina de vapor? Pues sí, ici à Lyon). Fourvière (11) es una de las dos colinas entre las que se extienden Lyon y sus dos ríos (la otra colina es Croix Rousse, y hasta allí subía el primer funicular). Arriba está la basílica en honor a la Virgen, que mantuvo la peste alejada de Lyon, la basílica que es orgullo de los lioneses, aunque lo mejor es la vista desde arriba, Lyon a vista de pájaro; si no hay nubes (las habrá, pero inténtenlo), podremos ver los Alpes al fondo. A cinco minutos a pie encontramos el anfiteatro romano; merece la pena el paseo hasta allí. La bajada podemos hacerla a pie, haciendo piernas para más tarde: cuando nos perdamos por la Croix Rousse.
18.00 Primera sesión
Tarde de cine en el Instituto Lumière (12) (www.institut-lumiere.org; 25, Rue du Premier Film; abre de martes a domingo, de 11.00 a 18.30; entrada, 6 euros). Efectivamente, han acertado: los famosos hermanos Lumière, inventores del cinematógrafo, son de Lyon, donde rodaron aquella escena de los trabajadores saliendo de la fábrica. Por cierto, muchas películas de Tavernier (el de Hoy empieza todo), también de aquí, nos muestran rincones de esta ciudad, como El relojero de Saint-Paul, su primera película. Además de los inventos de los Lumière, hay una sala que proyecta clásicos, ideal para una tarde nostálgica (¡o para una siesta!).
19.00 Talleres de 'canuts'
Recapitulemos: dos ríos, dos colinas. La que nos faltaba era ésta, Croix Rousse (13), donde perdernos un mucho, subiendo y bajando cuestas de edificios de fachadas claras y tejados rojos, de más traboules (los pasadizos visitables tan útiles cuando la ocupación nazi, y es que Lyon fue uno de los principales centros de la Resistencia, que también cuenta con su museo) y del pasado de la seda, elaborada en este barrio donde los canuts (trabajadores de la seda) se alojaron en viviendas de techos altos (¡cuatro metros!) para que cupiera la maquinaria textil. Aún quedan un par de talleres. Éste es el tercer Lyon (los otros: el antiguo del casco viejo y el moderno alrededor de la plaza Bellecour).
20.30 Una copa junto al Ródano
El auténtico es L'Auberge du Pont de Collonges, vale, pero Paul Bocuse abrió varias brasseries a precios más asequibles. Probemos en Le Nord (14) (www.bocuse.fr; 18, Rue Neuve; 0033 4 72 10 69 69). Un lujo a nuestro alcance. Abajo de la Croix Rousse está la plaza de Terreaux (15), y alrededor de ella la oferta nocturna es grande. En el casco viejo también hay algunos pubs. Y para quien quiera la copa: al río. En el Ródano están las peniches, barcazas discoteca. Una es La Marquise (www.marquiseclub.free.fr; Quai Victor Augagneur, 20; 0033 4 61 92 92), para terminar con el mismo nombre con el que empezamos.
» Pablo Aranda es autor de la novela Ucrania (Destino).
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