Un reloj que despista al diablo

La actriz mallorquina Llum Barrera, que en 2010 retomará su gira por escenarios de toda España con la obra Glorious, la peor cantante del mundo, se atrevió a descubrir en verano los encantos mediterráneos de Malta.

¿Fue una elección espontánea?

No, al ser mallorquina, tenía curiosidad desde hace tiempo por descubrir las playas maltesas.

¿Y están a la altura?

Creo que no, aunque hay un par muy bonitas. En cambio, sus iglesias son otro cantar, una maravilla. ¡Tienen tantas! Y entre las imprescindibles está la Rotonda de Mosta, que es redonda y tiene una cúpula alucinante. También la de Medina, que tiene dos relojes, uno a la derecha indicando la hora actual y otro a la izquierda indicando una hora incorrecta para engañar al diablo. También vale la pena el Hipogeum, un templo megalítico alucinante, pero en el que cabe poca gente, así que conviene reservar. Pero casi lo más divertido es moverse para llegar a los sitios.

El tráfico es una locura, supongo.

Sí, pero a la vez van muy pachorros; puedes tardar una mañana en cruzar en autobús la isla principal, que apenas tiene 17 kilómetros. Alquilamos un coche y tomamos el ferry para ir a la isla de Comino, donde fuimos a ver el Blue Lagoon.

¿Es tan bonita como dicen?

Nosotros no vimos ni blue ni nada. Estaba atestado. Nada más bajar del ferry tuvimos que esquivar a un montón de italianas tomando el sol en top less ¡sobre el asfalto del puerto! ¡Aquello era un laberinto de cabezas y tetas! Agosto es pésima fecha para ir.

¿Qué tal es la comida?

Estupenda y muy mediterránea. También hacen una suerte de pastelitos árabes o el famoso pastizzi, una bola de pasta rellena de ricotta o guisantes. Y luego tienen el Kinee, el Bitter Kas local, y buenos vinos malteses. Aunque cuidado, a veces embotellan excedentes de vinos extranjeros y los venden como locales. A nosotros nos colaron un Valdepeñas maltés.

¿Y la vida nocturna?

Sólo hicimos planes tranquilos de noche, aunque nos quedamos en el puerto de Sliema, el epicentro del chunda chunda juvenil en la isla principal. Todo el rato ves a los italianos al acecho de las muchachas al grito de "Dove vai, bellisima?!" En Sliema tienen un barquito del amor con lucecitas en el que te pasean con música de Pavarotti y Celine Dion y la gente te aplaude. No nos subimos porque nos daba un corte tremendo.