"La sociedad tiende a hacer invisible lo que no le gusta"
Valencia
Como le ha sucedido a todas las entidades humanitarias, para Cruz Roja Española en la Comunidad Valenciana el año 2010 ha estado marcado por la crisis. Fernando del Rosario, presidente de este organismo en la Comunidad Valenciana, habla rápido y claro. Nada más comenzar la conversación lanza dos titulares. El primero es toda una declaración de intenciones del organismo que representa: "Nuestra vocación es estar al lado de las personas más vulnerables". La segunda suena a reflexión sobre la situación actual: "En general, la sociedad tiende a hacer invisible aquello que no le gusta".
Pregunta. ¿Cómo ha influido la crisis en las prioridades de Cruz Roja?
Respuesta. Nosotros ya estábamos con la gente que peor lo pasa. Los informes de vulnerabilidad, tanto los que ha hecho Cruz Roja como los elaborados por Cáritas ya nos informaban de que en los tiempos de bonanza convivíamos con miserias y con gente que estaba realmente mal. A veces no solo en lo económico, también en lo que se refiere a condiciones sociales, familiares... y ya estábamos muy en contacto con ellos. No ha habido una reconversión, sino una intensificación de esta tarea.
"Nuestra vocación es estar al lado de las personas más vulnerables"
"En los tiempos de bonanza ya convivíamos con miserias"
"El Estado debe garantizar el bienestar, pero no la felicidad"
P. ¿Hacia quién se ha dirigido este esfuerzo?
R. La gente que era vulnerable, ahora lo es más: los mayores, mujeres en situaciones de dificultad social, las personas inmigrantes, gente en situación de dependencia... Pero también están los nuevos vulnerables, por ejemplo los matrimonios con hipoteca que se quedan en el paro y pierden la casa.
P. ¿Cómo ayuda Cruz Roja a estas personas?
R. Tenemos acciones de cercanía, que es de lo mejor que puede aportar el voluntariado. A veces eso solo ya supone cualitativamente una mejora de su situación: simplemente estar cerca de las personas. Hemos aumentado el número de visitas de los programas de atención por frío o calor a través de los que estamos en contacto con gente que vive sola y esto nos ha permitido saber quién necesitaba alimentos. Hemos colaborado con el Gobierno en el reparto de más de un millón de kilos de alimentos. Y también hemos participado en el reparto que ha gestionado la Generalitat, que suponen unas cantidades bastante menores: fundamentalmente 39.000 kilos de arroz y 13.000 litros de aceite. También hemos contado con partidas nuevas destinadas a casos concretos.
P. ¿A qué se refiere?
R. Por ejemplo a lo que ha hecho la asamblea local de Cruz Roja de San Mateo. Tenían dinero que iban a destinar a hacer unas reformas en su local, arreglar unas ambulancias... pero hicieron un fondo con el resto de organizaciones sociales de la población para crear una junta y destinar pequeñas ayudas de emergencia a la gente. Y esto se ha ido repitiendo en muchos lugares.
P. También cuentan con un programa de empleo
R. Esta es otra cuestión que ya hacíamos y que también hemos intensificado. Antes prácticamente solo formábamos laboralmente a inmigrantes. Ahora empezamos atener muchas personas nativas que ya igualan y casi superan el número de inmigrantes. Ante la compleja situación del mercado también estamos explorando fórmulas de autoempleo, microcréditos...
P. Hay entidades que acusan a la Administración de haber dado un paso atrás en el Estado del Bienestar por la crisis al entender que no cumple con sus responsabilidades.
R. El Estado de Bienestar, en cuanto que es reconocimiento de derechos de las personas, es una maravilla porque reconocer que la gente le corresponde un servicio por derecho significa que existe el deber de satisfacerlo y aporta dignidad a la vida de las personas. Pero puede provocar efectos no deseados relacionados con la desmovilización de la labor que nos corresponde a todos a la sociedad. Todos por acción u omisión formamos parte de la sociedad y todos somos parte del problema y debemos formar parte de la solución. El Estado debe de garantizar los derechos, por supuesto. Pero hay cosas que no las da el Estado. Yo haría una diferencia entre el bienestar y la felicidad. Dicho de forma simple: el Estado debe garantizar el bienestar pero no la felicidad. Debe garantizar los derechos mínimos para que las personas puedan vivir con dignidad. Pero, por ejemplo la soledad no la puede quitar nunca el Estado, la quita una persona que voluntariamente acude a hacer compañía a otra. Son cuestiones distintas. Los países escandinavos alcanzaron el mayor desarrollo del Estado del Bienestar y, sin embargo, estos indicadores no se correspondían con los de felicidad.
P. Pero, al margen de la responsabilidad de cada uno de nosotros, ¿la Administración cumple con su función?
R. En este momento hay una regresión porque la crisis económica determina una bajada de disponibilidad económica. Existen partidas que hasta ahora se nos financiaban y que de cara al año se han disminuido. Y no es solo una Administración, son todas.
P. Y respecto a la sociedad, ¿cómo está siendo su respuesta a la crisis?
R. Tenemos un dato objetivo que es el aumento del número de voluntarios y ha crecido el doble de lo que crecía otros años. Hemos pasado de 13.900 a 15.500 en un año. Pero además ha aumentado la media de horas que los voluntarios dedican a la institución. Y también el número de socios. Hemos notado una mayor sensibilidad de la población.
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