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Reportaje:SINGULARES | JORGE DE LAHIDALGA

"Quiero crear un eslabón entre la sociedad y el sistema penitenciario"

El ex recluso y asesor de presos trabaja en pro de la reinserción

Jorge De Lahidalga, industrial, es madrileño. Nació en 1957 en el barrio de Salamanca, en el seno de una familia pudiente. Su vocación de biólogo marino se vió frustrada por la negativa de su padre a financiarla: la consideraba ruinosa. Con 18 años, Jorge hizo las Américas, que recorrió durante meses, hasta que recaló en Colombia. Allí vivió con intensidad una larga temporada, más de una década. Hoy, su rostro se ve signado por la dureza viril de sus facciones y la claridad de su mirada. Tal contraste podría ser la metáfora de su vida. "Durante nueve años fui condenado a prisión por involucrarme en negocios turbios", admite. Cumplió cinco años en prisiones madrileñas -Soto del Real, Alcalá Meco, Navalcarnero y Valdemoro- así como en otras españolas y debido a su buen comportamiento el resto lo pasó en el tercer grado, situación vigilada de semilibertad extramuros de la cárcel que aprovechó para cursar la carrera de Historia. Hoy se apresta a doctorarse en Contemporánea. Dureza y claridad han troquelado su existencia, la primera por la privación de libertad y la segunda, por irradiar desde la conciencia de lo sucedido y la percepción de un futuro distinto y mejor para él y sus compañeros. Plenamente libre desde el pasado agosto, De Lahidalga dedica ahora buena parte de su tiempo a trabajar gratuitamente por una causa que añade sentido a su vida: "Asesoro a reclusos, familiares de presos, instituciones y bufetes de letrados sobre esa gran desconocida que es la vida penitenciaria", explica.

"Uno de los problemas más graves es el hacinamiento"

Tiene una página web, un foro, más un blog y un correo. Desde ellos atiende las consultas, llegadas de 63 países. Ha confeccionado desde un diccionario de jerga carcelaria hasta una plataforma informativa orientada a despejar la incertidumbre que se cierne sobre las familias y los internos, a cuya rehabilitación se orienta también su quehacer.

De Lahidalga defiende que "el sistema penitenciario español es uno de los más avanzados e innovados del mundo". Y precisa: "El hecho de que en 1982 llegara al poder la izquierda, que había conocido la vida en prisión por motivos políticos, fue decisivo para que España se replanteara todo su sistema penitenciario. Aquello produjo avances evidentes: desde el Código Penal, en 1995, a la edificación de prisiones más abiertas y encauzadas a la rehabilitación".

"Sin embargo, también existen problemas, a mi juicio uno de los más graves el del hacinamiento, que alcanza tasas muy elevadas precisamente en Madrid", puntualiza. La población reclusa en centros penitenciarios de la región se evalúa en 10.400 personas. "Problema añadido -agrega- es el de la itinerancia de reclusos entre prisiones, generada habitualmente por la masificación". A juicio de De Lahidalga "el desplazamiento ocasiona mucho sufrimiento, ya que el anclaje en un espacio fijo genera una seguridad y una estabilidad emocional y psicológica que todo traslado desequilibra. Especialmente dañino resulta este proceso itinerante en las mujeres reclusas porque ellas acostumbran ordenar con sumo cuidado y tiento su espacio personal, que el desplazamiento desbarata". A grandes rasgos las mujeres componen un 8% de la población interna española. A escala estatal, la población global se cifra en 76.500 personas.

Devoto del teórico de la Historia de las Religiones Mircea Eliade, lector de Platón y admirador del poeta Marcos Ana, decano de los presos políticos españoles, a quien acaba de entrevistar para su tesis doctoral, Jorge De Lahidalga, de natural optimista, no desfallece, pese a admitir que en su compromiso de informar sobre la vida en prisión por él acometido se encuentra bastante solo. "Mi intención es crear un eslabón entre la sociedad y el sistema penitenciario, para que ni la una ni el otro se olviden nunca mutuamente, ya que tal desmemoria en ambos sentidos causa múltiples problemas personales y sociales que, sin embargo, tienen solución". Su proyecto, concienciar a los reincidentes para que no vuelvan a incurrir en el delito, se fraguó durante su condena, cuando internos sin medios ni conocimientos se dirigían a él, cárcel adentro, para que les gestionara o tramitara sus causas. Él pudo experimentar el proceso que, a su juicio, envuelve a todo recluso: "Los seis primeros meses de condena, cada cual confía en que un defecto de forma, un abogado genial o un golpe de suerte te libere de la pena; pero eso no sucede nunca", señala. Admite que, en ocasiones, una serie de creencias admitidas y generalizadas, como el lucro, el afán desmesurado de éxito, de riquezas o de posición social, tienen su cuota de responsabilidad en la torcedura de conductas hacia el delito. Pero señala también: "Mientras no se produce un reconocimiento interno, intrínseco y personal, de la verdadera cuota de culpabilidad que a cada uno le concierne en el delito cometido no sobreviene la posibilidad de plantearse qué hacer con tu vida rejas adentro y, posteriormente, puertas afuera. Sólo en ese primer momento se abre la oportunidad de encontrar nuevos valores con los que rehabilitarte y dar a tu propia vida un sentido distinto del sinsentido que te condujo a delinquir".

Jorge De Lahidalga, ex recluso que asesora a presos para su reinserción, muestra su página <i>web</i> sobre asuntos penitenciarios.
Jorge De Lahidalga, ex recluso que asesora a presos para su reinserción, muestra su página web sobre asuntos penitenciarios.BERNARDO PÉREZ

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