Percy Sutton, líder afroamericano
Fue abogado del dirigente panafricanista Malcolm X
Percy Sutton, hijo de un esclavo y abogado especializado en derechos civiles, fallecido el pasado 26 de diciembre, fue un ejemplo y una gran ayuda para millones de afroamericanos que lucharon para obtener el reconocimiento de sus derechos civiles a mediados del siglo XX en Estados Unidos. Fue abogado del polémico líder panafricanista Malcolm X, primer político negro en ser elegido presidente de un distrito municipal en Nueva York en los años sesenta y empresario emprendedor que salvó de la ruina al emblemático teatro afroamericano Apollo.
Hijo de uno de los últimos esclavos de Tejas, nacido en 1920, su espíritu aventurero le llevó a Nueva York, donde se labró un futuro brillantísimo: cumplidos los 20 años se licenció en derecho por la Universidad de Brooklyn, donde estudió mientras desempeñaba dos trabajos simultáneos.
Tras licenciarse, sirvió en la Fuerza Aérea durante la guerra de Corea, antes de abrir su propio bufete en el neoyorquino barrio de Harlem en 1953. Los principios del Sutton abogado fueron duros y tuvo que compaginar sus casos con trabajos menos lustrosos, como el de fregar suelos. Su padre, sin embargo, le había transmitido una pasión: la de la justicia. Pronto, el joven Sutton se interesó por los derechos civiles.
Voluntariamente, comenzó a buscar casos de abusos de lo que entonces se llamaba personas de color en el sur norteamericano. Un día escuchó a un joven predicando en la Séptima Avenida de Nueva York. Hablaba de la supremacía negra y de la necesidad de liberarse del yugo blanco. Era Malcolm X. Al acabar su discurso, Sutton se le acercó y le dijo: "Soy tu abogado".
La relación fue intensa y duradera. Malcolm X era una figura extremadamente polémica, líder del grupo radical Nación del Islam, incómodo para muchos blancos y muchos afroamericanos moderados. Cuando fue asesinado, en 1965, ningún cementerio quería sus restos. Fue Sutton quien negoció que fueran acogidos por el camposanto del Condado de Westchester, en Nueva York.
Un año después, asumiendo como propia la tarea de luchar contra el racismo y la discriminación, fue elegido presidente del distrito de Harlem, el primer negro en ostentar semejante cargo. Lo ocupó hasta finales de los años setenta. En 1977 decidió tantear el terreno para llegar aún más lejos. Aspiraba a ser el primer alcalde afroamericano de la ciudad. En las primarias demócratas quedó quinto y abandonó aquel sueño. "Es racismo puro y duro", dijo entonces, según el diario The New York Times.
Decidió ser, además de político, empresario. Compró varios medios de comunicación, y en 1981 salvó al teatro Apollo de la bancarrota. Era el lugar donde debutó Ella Fitzgerald, que lanzó al estrellato a Billie Holiday y donde cantaron James Brown y Sarah Vaughan. Invirtió 20 millones de dólares de la época y le dio un nuevo lustre, preparándolo para un nuevo renacimiento antes de venderlo al gobierno local de Nueva York.
No hay homenaje más honroso para la memoria de Sutton que el del propio presidente de EE UU, Barack Obama, que al enterarse de su muerte dijo en un comunicado: "Su dedicación a la lucha por los derechos civiles y su carrera como empresario y representante público hicieron posible el ascenso de numerosos afroamericanos". Entre muchos otros, el suyo propio.
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