Las casi obras completas de Antonio Vega
No abundan en el pop español ediciones como ésta: gran formato (como el de los viejos elepés), excelente presentación y concepto de, casi, integral. Casi, porque, desgraciadamente, no se ha reunido todo lo editado con la voz de Antonio Vega -faltan directos con Nacha Pop, algunas rarezas y colaboraciones e incluso algún tema tan esencial, aunque editado sin su autorización, como la versión primera de El sitio de mi recreo-, pero Obras completas recoge los siete discos publicados a su nombre -además del homenaje Ese chico triste y solitario- y, en un par de cedés más, todas las canciones que, en estudio, grabó Vega como vocalista de Nacha Pop; extraña labor ésta, la de desmembrar la obra del grupo, que, sin embargo, una vez superado el susto inicial, se deja escuchar con agrado, quizás porque son temas de sobra conocidos, aunque no puede evitarse esa sensación de que, en Nacha Pop, las canciones más melódicas e introspectivas de Vega encontraban su contrapunto en las mucho más dinámicas de su primo Nacho García Vega, aquí ausentes. Una biografía escrita por Jesús Ordovás -en la que se echan en falta más fotos históricas: ¡no hay ni una de Nacha Pop!- y un justito y ya conocido deuvedé completan esta lujosa caja en edición limitada y numerada pensada como pieza para coleccionistas.
La escucha de todos los discos viene a confirmar la evolución del Antonio Vega compositor: desde la urgencia de los primeros tiempos de Nacha Pop, cuando pisaba el acelerador rítmico y sus letras eran bastante diáfanas, hasta el final del grupo, cuando su escritura se había tornado más opaca y la metáfora lo dominaba prácticamente todo. Desde ahí, Vega fue haciendo del intimismo su voz poética, de las experiencias personales trasunto literario, alimento con el que buscar la alegoría perfecta con la que enmascarar lo más personal. Todo ello mientras evolucionaba con la guitarra, su otra pasión, tal vez la que menos se destaca cuando se habla de él y de una obra en la que éstas, las guitarras, planean por doquier, se repliegan en cualquier rincón, engalanan y contrapuntean a las melodías. Al final, fue un maestro de las seis cuerdas.
Pero injusto sería olvidar su voz, siempre personal y frágil, que en el disco Escapadas muestra su ductilidad, su capacidad para interpretar canciones ajenas y para acompañar a otras voces, esa misma voz al borde del abismo que se escucha en 3.000 noches con Marga, su último disco y muy probablemente su obra maestra, su disco más libre, en el que, desde el dolor por la pérdida de su compañera, se dejó llevar por sus gustos musicales -asentados en los años setenta del siglo pasado- sin cortapisas, sin importarle si los vericuetos por los que le apetecía perderse serían bien o mal recibidos por seguidores o medios. Ahí está el Antonio Vega que quiso ser, el que conmueve desde el pop como si fuera el más intenso de los cantautores.
Obras completas está editado por Universal/EMI.
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