Chaparrón
Recordemos aquel viejo chiste de Bagaría, que dibujaba para Mihura antes de la guerra. Un día dibujó una gota enorme; debajo, dos personajes tenían este diálogo:
-¿Y eso qué es?
-Una nueva manera de llover. En lugar de que llueva todo el día, cae una gota enorme y ya está, eso es la lluvia.
Ahora, si usted pone las televisiones nuevas, las de la TDT, notará que lo que cae es una lluvia muy fina, como si estuvieran ensayando una lluvia enorme. El otro día leí, al hilo de lo que decían, no recuerdo si en El gato al agua (Intereconomía) o en el programa gemelo de Veo TV, un mensaje de los que abundan ahora en la parte de abajo de esos debates. Decía el ilustrado comunicante: "Anoche vi a Zapatero nadando en mi váter, pero tiré de la cadena y desapareció". Fue una gota de lluvia sucia en medio del chaparrón chiquito que iban arbitrando contra el presidente del Gobierno y, en general, contra todo lo que se moviera fuera de la dirección en la que ellos soplan.
Y soplaban, vaya que si soplaban. Miro a veces estas gotas de lluvia, que vienen muy enlodadas, para ver cuál es el límite que se ponen. No se ponen ninguno. Tampoco tienen el límite de la información, ése les da igual. A veces contrasto lo que yo mismo sé de buena tinta (o porque lo he visto en informativos, o porque ha ocurrido, por ejemplo, en mi lugar de trabajo) y me admiro de cómo se puede manipular tanto lo que se sabe que no fue así.
Pero, claro, no va a ponerse uno a enviar mensajes porque, además de caros, parece que tienen que tener una cierta calidad sintáctica, por decirlo así, y es posible que no todos estemos a la altura. En la TDT, donde ahora hay de todo, hay lluvia, sereno (sirimiri, en canario) y chaparrones. Hermann Tertsch (Telemadrid) nos lanzó un chaparrón desde la cama del hospital donde se recupera de las lesiones sufridas porque, contó, le agredieron por la espalda. Le dieron una patada a España, pareció decir. Zapatero es su bestia negra; pues ahí apareció como una bestia negrísima. Ha hecho historia de la tele Tertsch, porque jamás antes nadie había hecho un editorial desde la cama. Y ha hecho otra historia: la de mostrarse como héroe de sí mismo. Creo, modestamente, que ahí se pasó un poco.
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