Éxito de la Filharmonía con Ros Marbá en A Coruña
La Real Filharmonía de Galicia, dirigida por su titular, Antoni Ros Marbá, obtuvo un gran éxito en el Palacio de la Ópera de A Coruña en el quinto concierto del ciclo de la Sinfónica de Galicia, que este viernes inició su gira por Austria y Alemania. La orquesta compostelana acompañó en la primera parte al violinista alemán Frank Peter Zimmermann en el Concierto para violín y orquesta de J. Brahms. Ya desde la introducción orquestal, Ros creó el adecuado clima sonoro; en los últimos años, la Filharmonía ha ido adquiriendo personalidad sonora en lo que se podría llamar "idioma vienés".
Un sonido logrado por adecuación en número de sus efectivos, -la RFG es lo que se llama una orquesta clásica- y, más aún, por su ejecución. El clima creado por sus vientos al inicio del adagio, del concierto de Brahms, con un bellísimo solo de oboe de Esther Viúdez, no se logra en los ensayos para un concierto, aunque la orquesta se vea impelida por un talento superior de solista como el de Zimmermann. Algo así sólo es alcanzable a base de años de trabajo paciente y minucioso, cuidando el sonido en una sala con la espléndida acústica del Auditorio de Galicia, que corre peligro de deterioro por goteras. Peligro que, a punto de comenzar la celebración del Xacobeo 2010, ha de solventarse de inmediato por quien corresponda.
Uno de los grandes
Ningún buen aficionado va a descubrir a Zimmermann a estas alturas. Y es que sus cualidades técnicas son sobresalientes, incluso en un mundo lleno de grandes violinistas, y sus versiones, adecuadas a cada estilo y autor, vienen marcadas por su personalidad, llena de carácter y autoexigencia. Y es ésta la que le convirtió quizás en el único presente en la sala que no quedó conforme con su soberbia interpretación del Largo de la Sonata para violín solo nº 3 de J.S. Bach que tocó como primera propina.
Schubert escribió su Sinfonía nº4 a los 19 años, edad suficiente para plasmar en sus pentagramas su ya compleja personalidad. Fue bien traducido a sonido por Ros y la Filharmonía. La serenidad dentro de su drama vital en el Adagio molto. En el Allegro vivace la cuerda sonó como el filo cortante de una daga florentina y la elegancia enjoyada de su puño. El Andante lleno de placidez. Y la contundencia y gracia del Minuetto y su Trio fueron el relax antes de la inquietud y el dolor del Allegro final.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.