Éxito

Hubo un tiempo en el que los expertos concibieron un modelo basado en las llamadas tres "A", esto es, el establecimiento de un tejido industrial centrado en el Automóvil, Astilleros y Aeronáutica. Años después se ha demostrado que esa apuesta no estaba desenfocada y, si bien es cierto que el fenómeno de la deslocalización ha dejado muy tocada la primera de las A, la de la industria automovilística, las restantes, Construcción Naval y Aeronáutica, siguen estando, con sus típicos vaivenes, plenamente vigentes y con hitos que tomarán forma esta semana. Y así, se espera que en estos días realice su primer vuelo el A400M, el avión de transporte militar más grande y moderno de su tipo y que se ensambla en Sevilla. Las pruebas efectuadas en tierra se han saldado de forma positiva y si todo sale tal y como está previsto, Andalucía será testigo de la puesta en marcha de una avanzada aeronave diseñada para llevar más carga, volar más alto y más lejos que ninguna otra.

Las incertidumbres que se han cernido sobre este proyecto no restan brillantez a este acontecimiento que da cuenta de la capacidad de nuestra industria para hacer frente a un reto de tanta trascendencia. Los 180 aviones ya encargados por siete países de la OTAN pueden dar paso a más pedidos. Lo que supone de aportación tecnológica y, en definitiva, de riqueza económica, justifica con creces los esfuerzos públicos que en su momento se hicieron para dotar a Andalucía de una potente estructura en este subsector industrial. A eso se une la finalización con éxito de las pruebas de mar que ha venido realizando en estos días en aguas gaditanas el Buque de Aprovisionamiento en Combate (BAC) Cantabria construido en la factoría de Navantia en Puerto Real. Se espera que entre en servicio para la Armada española en enero próximo y se ha convertido en uno de los productos que más interés ha despertado en otros países. Ha cargado de esperanza a unos astilleros que han encontrado en la división militar un camino más despejado aunque todavía quedan por amarrar nuevos contratos. Aún así, ya en el ámbito privado, ha de resolverse el embrollo en el que han metido a los astilleros de Sevilla y Huelva sus actuales propietarios que sido incapaces de sacarlos adelante. A lo que se ve, una vez más, la Administración pública tendrá que acudir a su rescate.