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Reportaje:

Adiós gaiteiro a un transatlántico

El 'Saga Rose', el crucero inglés que más veces dio la vuelta al mundo, se jubila a sus 44 años tras iniciar en Vigo y terminar en A Coruña su última travesía

Con Vigo de primera escala a la ida y A Coruña como última parada a la vuelta, la despedida del Saga Rose, uno de los últimos trasatlánticos de corte clásico que aún surcaban los mares, tiene aroma galaico. El buque, botado hace 44 años hizo su primera travesía en los océanos entre Oslo y Nueva York. Permaneció atracado toda la jornada de ayer en A Coruña antes emprender, anoche, su última travesía, de regreso a su puerto base de Southampton, donde aún no se sabe si le espera el desguace o su reconversión en hotel flotante.

Gaitas y una escolta de remolcadores lanzando chorros de agua saludaron la salida de uno de los barcos considerados más bellos por los nostálgicos de los cruceros a la antigua usanza. Quizás fuese esa característica lo que llevó a su dueño, la compañía británica Saga Cruises, a decidir que este último viaje del viejo barco fuese exclusivamente reservado para mayores de 50 años. Cien por cien británicos, 590 pasajeros, en su gran mayoría de avanzada edad y muchos de difícil movilidad, se apuntaron a estos 37 días del último periplo del Saga Rose. El 80% repetía a bordo de este trasatlántico de otra época que tiene en su haber el título de ser el crucero que más veces dio la vuelta al mundo en su casi medio siglo de vida. "Es realmente un excelente barco", explicaba un octogenario en silla de ruedas al desgranar las comodidades interiores que incluyen rarezas que ya no se estilan como cubiertas forradas de teca.

590 pasajeros se apuntaron a los 37 días del último periplo
La embarcación pasó por nueve países antes de llegar a Galicia
No se sabe si el barco se convertirá en hotel flotante o irá al desguace
Es pequeño tamaño le da un ambiente "íntimo", según una de las tripulantes
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"Los jóvenes somos la tripulación", admite entre risas Jackie, la encargada de las excursiones fuera del barco en las 18 escalas que realizó en estas últimas seis semanas, pasando por Vigo, Barcelona, Italia, Croacia, Grecia, Chipre, Israel, Egipto, Grecia, Malta, Francia y finalmente Alicante y A Coruña. Una travesía que estuvo llena de conmemoraciones, como la que se celebró en Vigo, cuando comenzó su viaje el pasado 1 de noviembre, ya que allí, y por última vez, se juntaron, bajo fuegos artificiales, el Saga Rose y su hermano pequeño el Saga Ruby, construido más tarde y con aún varios años de actividad por delante. Otro de los días de fiesta fue el atraque en el puerto francés de Toulon, donde este pequeño trasatlántico de aspecto elegante y clásico fue construido en la década de los 60. Botado en 1965 en un astillero de Seyne-sur-Mer que desapareció hace ya dos décadas, el ayuntamiento y antiguos empleados y directivos se movilizaron para rendir una ceremonia de adiós al Saga Rose el pasado 28 de noviembre.

"Fue el resultado del trabajo de miles de hombres y un orgullo el haber fabricado, en condiciones muy difíciles, un buque que entonces era un fuera de serie en modernidad y con prestaciones desconocidas". De 189 metros de eslora, 24,9 de manga y un gran calado de 8,3, el viejo crucero, totalmente renovado tras incendiarse su sala de máquinas en 1980, es jubilado porque ya no reunirá el próximo año las condiciones de este tipo de trasatlánticos, ahora todos muchos más grandes, con capacidades para más de 2.000 pasajeros.

"Claro que hay glamour a bordo, y mucho", asegura Jackie al destacar que el hecho de que precisamente sea "pequeño" y pensado para sólo medio millar de pasajeros -a los que se añaden 350 tripulantes- permite crear "una atmósfera y un ambiente mucho más intimo". Aunque los pasajeros no estaban precisamente para trotes y la gran mayoría que se decidió, a veces con gran dificultad, a bajar ayer hasta el centro de A Coruña optó, más que por recorrer calles o acercarse a la tumba de sir John Moore, el famoso capitán británico que murió hace 200 años en la última batalla en tierras españolas contra los franceses de Napoléon, prefirieron probar las bonanzas del vino blanco. "Es muy bueno, no se lo pierdan", recomendaba a sus compañeros una pasajera. Pocos se apuntaron a la excursión en bus hasta Santiago de Compostela. "Llevamos muchos días de viaje" se excusaba. Y no se sabe si alguno picó y se fue hasta la Casa de Andalucía de A Coruña para "conocer todo sobre el baile del flamento", como recomendaba el folleto a bordo del barco para publicitar, con una foto de niñas vestidas de faralaes como mejor reclamo de lo que hay que ver en la ciudad gallega.

Crucero 'Saga Rose' atracado en el puerto de A Coruña.
Crucero 'Saga Rose' atracado en el puerto de A Coruña.GABRIEL TIZÓN

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