Una tarea difícil
Llenar el hueco que ha dejado Bruce Wasserstein nunca iba a ser tarea fácil para el consejo directivo de Lazard. Después de todo, ¿cómo se puede sustituir a un negociador legendario y al mismo tiempo garantizar que se controla adecuadamente a los rebeldes de una empresa históricamente díscola? Teniendo en cuenta la magnitud del reto, la decisión de elegir a Ken Jacobs como nuevo consejero delegado ha sido inteligente.
Aunque durante toda su vida ha sido un banquero de inversión con muchos clientes en el sector sanitario, Jacobs no es un personaje tan conocido como su predecesor. Hasta su muerte, el mes pasado, Wasserstein era el consejero al que acudir para preparar operaciones grandes y audaces, incluido el intento por parte de Kraft de hacerse con la empresa británica Cadbury.
Hay banqueros muy conocidos que se le acercan. El mayor negociador interno de Lazard es Gary Parr, asesor favorito de las empresas de servicios financieros. Pero también es un fichaje relativamente reciente, ya que se incorporó en 2003. Y el mantener a una de tus mejores máquinas de hacer dinero en el negocio tiene sus ventajas. Jacobs, por otra parte, no sólo sabe hacer tratos. Su trayectoria de más de 20 años en la empresa lo convierte en portador de cultura. Fue discípulo de Felix Rohatyn en la anterior época dorada de Lazard y un observador invisible cuando la empresa estuvo a punto de hundirse, antes de que Michel David-Weill, heredero de la familia fundadora de Lazard, convenciera a Wasserstein para que se les uniera, en 2002.
En aquel periodo tan tumultuoso, los principales socios de Lazard, entre ellos Steve Rattner, Bill Loomis y otros, abandonaron el barco. Pero Jacobs se quedó y fue uno de los nexos más importantes que mantuvieron unida a la organización, especialmente en Nueva York, la casa más importante desde el punto de vista financiero de las tres casas históricas de Lazard (las otras son Londres y París).
Pero no es lo mismo nexo que señorío. Jacobs es un pensador. Pero no tiene la gran personalidad de la que hizo gala su predecesor cuando trató de convertir las tres casas de Lazard, cada una con sus intereses, en una empresa unificada.
Pero, al menos por ahora, ese trabajo está hecho. La división de la empresa dedicada a asesorar a grandes empresas y a gobiernos está de moda. Su sección de reestructuración tiene ahora más actividad que nunca y la dedicada a gestión de activos acumula beneficios. Mientras Jacobs consiga mantener esas máquinas en buen funcionamiento, es posible que nunca le pidan que haga lo mismo que Bruce Wasserstein.
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