El crédito que no llega
La falta de préstamos asfixia a miles de empresas y retrasa la salida de la recesión
Los 105 trabajadores de Alogarsa todavía no han cobrado la nómina de este mes. Sus propietarios no disponen de liquidez para pagar los salarios a pesar de los beneficios de la compañía, de que la buena marcha del negocio hizo que en el último año aumentara la plantilla en 35 personas y de que las subvenciones que recibe de la Junta de Castilla-La Mancha por emplear a discapacitados nunca han fallado. Todos estos factores no han impedido que la tesorería de esta empresa toledana esté temblando a causa de la negativa a renovar las líneas de crédito por parte de bancos y cajas. Justo las mismas entidades que hasta hace un par de años no ponían ningún problema para dar financiación a raudales.
La banca encarece los préstamos, recorta su importe y sube las garantías
El impago por error de 84 euros convirtió a un yesista en moroso
El Gobierno admite que la situación no mejora y que es aún "muy severa"
"Éramos los mejores clientes y ahora nos rehúyen", se quejan los autónomos
La banca argumenta que el crédito crece más aquí que en la zona euro
El exceso de deuda de familias y empresas españolas era insostenible
Las líneas del ICO sólo han llegado a un 7% de los microempresarios
"Los bancos tienen demasiado poder y las pymes tienen que ir mendigando"
La situación es mala, pero al menos no ha empeorado en los últimos meses
Los más optimistas pronostican que el crédito mejorará a mediados de 2010
"Hemos recibido una subvención cercana a los 400.000 euros. Con este dinero deberíamos haber pagado nóminas y haber sufragado unas inversiones en las que nos habíamos metido. Antes, cuando nos concedían una ayuda oficial, bastaba con que mostráramos al banco el documento que lo acreditaba para que nos hiciera un descuento, pero ahora se niegan en redondo". Lo cuenta Fernando Alonso-Rodríguez, dueño de este centro especial de empleo en el que el 97% de los trabajadores tienen una discapacidad. Las palabras de Alonso-Rodríguez se ajustan como un guante al discurso que llevan meses desplegando los empresarios, sobre todo los pequeños y medianos, sobre una banca que les ahoga hasta convertir en irrespirables estos días de crisis.
Cada día, 500 autónomos españoles pierden su trabajo. Cada semana, unas 4.000 pequeñas empresas echan la persiana. Al menos eso es lo que dicen las asociaciones de autónomos. Y apuntan directamente a las entidades financieras como principales culpables, por cerrar el grifo del crédito. "Hemos pasado de ser el mejor cliente para bancos y cajas de ahorros a convertirnos en un problema que no saben cómo quitarse de encima. Los autónomos pedimos de media entre 30.000 y 40.000 euros en líneas de crédito a corto o medio plazo. Ahora no se renuevan y eso genera nóminas sin pagar y una cadena interminable de morosidad", comenta Sebastián Reyna, presidente de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos.
No es que a todos se les deniegue el crédito, sino que se les limita la financiación al aplicar una receta de tres ingredientes: encarecer los préstamos, recortar su importe y aumentar las garantías. Éstas son las principales quejas de quienes acuden a las ventanillas de bancos y cajas a por dinero. Y son ciertas, al menos en parte. Lo reconocen los portavoces de las propias entidades. "El riesgo de impago es mayor y lo prudente es cobrar más esa prima para hacer frente a la posible morosidad", comenta un alto ejecutivo bancario.
Las entidades se refugian -quizá para evitar cargar con todas las culpas- en las indicaciones del Banco de España. El supervisor les exige extremar la prudencia, es decir, dar dinero sólo a los proyectos viables y a quienes lo pueden devolver. Lo que no dicen es por qué bancos y cajas no hicieron caso a las continuas peticiones de los últimos gobernadores del Banco de España, que desde 2004 advertían del riesgo que suponía dar créditos por más del 100% del valor de un piso a precios mínimos.
Precisamente ése es el pasado que ha propiciado la crisis presente. Ahora ha llegado la sobrerreacción. Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), comenta que los tipos de interés de los créditos han pasado del 7% al 10% en los últimos meses. Las estadísticas del Banco de España no reflejan una subida tan fuerte, pero sí indican que los tipos de los préstamos están en niveles altos. A la vez, se están estrechando los márgenes del negocio de los empresarios, lo que complica extremadamente la situación. Más costes financieros y menos ingresos. Mala ecuación.
Una buena muestra del descontento empresarial es la encuesta mensual sobre financiación que elabora el Consejo de Cámaras de Comercio desde el pasado enero. Este informe arroja una aplastante mayoría de pymes molestas con sus prestamistas. El 84% de las consultadas, lo que supone más de 1,1 millones de negocios, declaró haber tenido problemas para acceder a financiación externa en septiembre. El pico del descontento se tocó en abril, cuando este porcentaje llegó al 89%. De los que declaraban tener problemas, el 13% -es decir, 128.000 establecimientos- se quedó sin ningún tipo de financiación.
Pero las empresas no se quejan sólo de que el flujo de dinero haya caído. Cuatro de cada diez notan cómo se ha ido dilatando el plazo que tenían las entidades financieras para responder a sus peticiones y dos de cada tres considera que se ha encarecido el coste de la financiación. El mismo porcentaje afirma que han aumentado las exigencias de garantías y avales por parte de bancos y cajas.
"Lo más sangrante es que la mayor parte de estas peticiones tratan de financiar circulante, es decir, que buscan fondos para mantener el día a día de la empresa, no para grandes inversiones nuevas", dice Raúl Mínguez, analista de las Cámaras de Comercio. "Ese 13% que no consigue la financiación externa tiene que recurrir a otras fuentes, como el ICO, las sociedades de garantía recíproca o, en muchos casos, los socios acaban teniendo que aportar más capital", explica. Éste es el caso de Benjamín Martín, que ha tenido que aportar 180.000 euros de su patrimonio para salvar la asfixia financiera que sufrían sus dos empresas situadas en el municipio madrileño de Humanes, una dedicada a la venta de material eléctrico y la otra, a las instalaciones eléctricas y la climatización. "Entre Humelec y Promonel facturamos 1.700 millones de pesetas [casi 10 millones de euros]. Y hablo en pesetas porque con el euro no me aclaro, y además estoy en contra de esa moneda", comenta entre risas.
"Por ahora no hemos tenido que devolver ni una letra a un proveedor, ni se ha retenido el pago de una nómina, pero sólo gracias a que he puesto dinero de mi bolsillo. Quince días antes de que venciera una línea de crédito nos llamaban del banco para decir que nos la bajaban un 25% o un 30%. Y no podíamos hacer nada. Para poder trabajar, los bancos piden garantías que triplican el valor de lo que te prestan, suben los intereses y te generan una situación de frustración tremenda", se queja Martín, que lleva casi 30 años al frente del negocio. "Aunque es un consuelo ver que en los últimos meses los bancos se han calmado un poquito", añade.
"Los directores de sucursales no tienen ahora el más mínimo poder. Antes podían decidir sobre operaciones de hasta 100.000 euros aproximadamente, pero ahora todo lo manejan los gestores de riesgos de las centrales. Los trámites que antes se hacían en tres o cuatro días a través del director de la sucursal se alargan hasta un mínimo de mes y medio, y esto no hay nadie que lo resista", comenta Alonso-Rodríguez, el dueño de Alogarsa, la compañía que emplea a discapacitados preparando cestas de Navidad o las bolsitas de comida que se reparten en los aviones de Iberia.
La pérdida del factor humano en la evaluación del riesgo se debe a que en el último año las entidades han afinado al máximo las máquinas que prejuzgan si se puede dar un crédito a un cliente. En el sector se denomina scoring de riesgo. Son implacables, como demuestra el caso de José María Ferrero, empresario yesista en León. El Santander le había preconcedido un préstamo por 16.000 euros, pero mientras realizaba los trámites tuvo un descubierto de 84 euros porque le pasaron al cobro unos seguros con los que no contaba. Saltaron las alarmas en la máquina de scoring y fue imposible conseguir el crédito, pese a que era cliente desde hace tiempo de esta entidad.
Aquellos 84 euros le convirtieron en un potencial moroso. El Santander exigió el aval de una persona empleada fija. "Por desgracia, nadie de mi familia cumple ese requisito ahora porque tienen trabajos temporales", comenta Ferrero. Peregrinó por Caja España ("sólo daban créditos a los clientes de toda la vida"), por Caja Madrid ("mi declaración de la renta era demasiado baja") y por otras entidades hasta que se le ha abierto el cielo con La Caixa, que estudia concederle el préstamo.
Lo que le ha ocurrido a Ferrero sucede en otras entidades, que también recortan el importe de los créditos y acortan los plazos. En el fondo, la estrategia es la misma: aminorar el riesgo. Pero quizá el mayor problema está en la elevación de garantías y avales, que es una barrera casi insalvable para pequeños empresarios. "El drama de muchos autónomos es que han garantizado créditos con su vivienda y si dejan de pagar, pueden perder el negocio y su casa", apuntan desde la ATA.
Pero no son sólo los empresarios. Hace meses que sobre los tradicionalmente intocables banqueros llueven las críticas. Al carro se han apuntado, de una manera más o menos velada, los políticos, que achacan a la banca su falta de compromiso para reanimar una economía en estado de coma. "También pienso pedir, con toda mi fuerza y mi convicción, el apoyo a los bancos, a los que he respaldado como todos los gobiernos para su estabilidad. Éste no es el momento de grandes beneficios, éste es el momento de apoyar el crédito y la financiación de las empresas y de las familias en nuestro país", clamó el presidente del Gobierno en un mitin en Lugo ante 5.000 personas el pasado mes de febrero. Al día siguiente, ya alejado de las multitudes y de los militantes, José Luis Rodríguez Zapatero reiteró el mismo mensaje a los mandamases de las finanzas españolas.
Sin embargo, la situación no ha mejorado, como reconoció el viernes pasado el director de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, Javier Vallés, quien admitió que la restricción crediticia en España es "todavía muy severa" y defendió que el Gobierno ha trabajado para canalizar crédito a empresas y familias solventes. Subrayó que es un objetivo "muy ambicioso", entre otras razones por la fuerte necesidad de desapalancamiento y reestructuración que han de llevar a cabo algunos sectores de la economía española.
Desde EE UU, un país que acaba de salir de un año de recesión, sus responsables políticos siguen instalados en un discurso muy parecido. El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, ha pedido esta semana a la banca apoyo para los pequeños negocios y para los consumidores que todavía sufren una fuerte restricción del crédito y un desempleo que no para de crecer. "Los bancos tienen cierta responsabilidad por la extensión de los daños causados por la crisis. Estas entidades tienen la obligación de ayudar a nuestra comunidad a retomar el crecimiento económico", disparó Geithner el pasado miércoles en un encuentro con pequeños empresarios.
Frente a las acusaciones de echar más leña a la recesión, la banca responde que sólo actúa siguiendo la lógica de los tiempos y recurre al conocido argumento de que a los demás les va todavía peor. "Desde que se desencadenó la crisis internacional, el crédito en la eurozona ha venido creciendo a ritmos inferiores a los de España, aunque en la actualidad estamos convergiendo a tasas de crecimiento próximas al 0%", señala un portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB). "En algunos países, como el Reino Unido, el crecimiento presenta tasas negativas, y hay que señalar que esta evolución nula o negativa en algunos países europeos se produce a pesar de que sus sistemas financieros han recibido ayudas de capital por una cifra superior a los 580.000 millones de euros, frente a las ayudas prácticamente nulas recibidas por los bancos españoles".
Y en medio de los dos bandos del ring -empresarios furiosos por un lado y banqueros autojustificativos por el otro- se sitúan los expertos, que dan la razón a unos u otros. "Es evidente que las condiciones de acceso al crédito se han endurecido y que eso retrasa la recuperación económica, pero también lo es que tanto las familias como las empresas tenían un sobreendeudamiento insostenible que era necesario reducir", apunta Santiago Carbó. Este catedrático de economía y consultor de la Reserva Federal concede que la oferta de crédito ha disminuido, pero señala que la demanda también ha caído con fuerza. "Las familias están posponiendo sus decisiones de compra importantes, como viviendas o coches. Y con una situación económica tan débil como la actual, las empresas también se lo piensan antes de emprender una nueva inversión, porque no abundan las oportunidades rentables", añade.
Fuentes de la Comisión Europea estiman que un 80% de la caída del crédito proviene de una menor demanda y que, por tanto, la menor oferta por parte de bancos y cajas sólo explicaría el 20% restante.
Los representantes de los autónomos Reyna y Amor coinciden en que es fundamental parar la corriente de morosidad que se inicia en la Administración y se pulveriza por las empresas. "Se debería solucionar el problema de los impagados de los ayuntamientos porque están provocando grandes daños a todos", apunta Amor. Según los últimos datos, los consistorios adeudan 32.000 millones a pequeñas empresas. Existe tanto temor a no cobrar de la Administración que, según este ejecutivo, las entidades ni siquiera adelantan las subvenciones públicas que reciben algunas asociaciones por realizar cursos de formación. Otro factor que podría ayudar a desatascar los impagos es la modificación de la Ley de la Morosidad. En dos o tres semanas se espera que haya consenso político en el Congreso de los Diputados para dar a la reforma un empujón. Según la Plataforma Multisectorial de la Morosidad, las pymes se podrían ahorrar 6.420 millones anuales si el plazo de cobro pasara de los 98 días actuales a los 60 días de máximo que fija el nuevo texto legal. "Los organismos públicos, ayuntamientos y grandes empresas pagan a 180 días, sin importarles lo que marca la ley. Sólo se permite prolongar este plazo si hay pacto expreso, pero aunque no lo hay, lo hacen igual", dice Amor.
¿Y qué pasa con el ICO? La valoración de la actuación del instituto público es negativa. Según los datos comentados por Zapatero la semana pasada en el Congreso este organismo ha concedido préstamos a 54.000 autónomos por valor de 1.300 millones hasta el 9 de noviembre. Esto supone que sólo han llegado al 7% de los microempresarios, dicen sus asociaciones. El presidente del Gobierno también destacó que el ICO había avalado contra la morosidad un total de 45.000 facturas correspondientes a 4.000 pequeñas sociedades por importe de 152 millones.
"Una gota en el océano", afirman los autónomos. Sebastián Reyna está trabajando para intentar que el Ejecutivo cree un nuevo fondo del ICO para garantizar los avales de los créditos a las microempresas. "De esta forma, ese dinero se transformaría en solvencia. El ICO podría garantizar hasta el 75% del aval porque las sociedades de garantía recíproca no están funcionando, con algunas excepciones, como Avalmadrid", explica. En su opinión, también es negativo que sólo se hayan usado 5.000 millones de los 10.000 millones que dispone el ICO para facilitar liquidez.
"La situación no se agrava, porque que fuera a peor es imposible, pero lejos de solucionarse, se ha quedado estancada", protesta el presidente de Cepyme, Jesús Bárcenas. "Baja la demanda de créditos porque algunas empresas ya han cerrado y otras han tirado la toalla de pedir prestado. ¿Las líneas del ICO? Ni están ni se les espera. Y la figura del facilitador financiero que anunció la vicepresidenta Elena Salgado no la vemos por ningún lado", dice.
Desde el ICO se resalta que en los nueve primeros meses se han concedido 13.973 millones en préstamos a empresas y particulares, lo que supone un 24% más. De las 290.825 operaciones, 127.462 son préstamos a ciudadanos, 48.495 a autónomos y 114.868 a empresas. Hasta septiembre, el ICO ha ganado 61,9 millones, un 50% menos por las mayores provisiones realizadas.
La cuestión de fondo es si, como denuncian las organizaciones empresariales como Cepyme y las Cámaras de Comercio, se están perdiendo jugosas oportunidades de negocio por culpa de la cerrazón de las entidades financieras. "No lo creo, la verdad. Los bancos se están dando cuenta de que tienen que empezar a financiar proyectos rentables. Una vez atajada la hemorragia causada por la morosidad, tendrán que buscar nuevos negocios", responde Carbó.
"Ninguna empresa con un proyecto viable ha carecido de financiación. Es verdad que la falta de crédito ha afectado sobre todo a las pymes y a los autónomos, que son los que más empleo crean. Pero también lo es que el principal problema ha sido la falta de capacidad de gerencia. Aquí hemos vivido un sálvese quien pueda y cada sector se ha preocupado únicamente de tratar de salvar sus cuentas de resultados, sin pensar en el impacto global", añade Juan Antonio Maroto Acín. Este catedrático de Economía de la Empresa en la Complutense considera que la crisis ha puesto de relieve algo que siempre ha estado ahí: la dificultad de la banca española para evaluar los riesgos de los proyectos que financia. "Las entidades están acostumbradas a gozar de una situación de preeminencia. Piden garantías reales o personales, y no están acostumbrados a evaluar. Por ejemplo, en Italia una pyme media está vinculada con 15 entidades distintas. Y está claro que en estas condiciones el banco negocia con mucho más poder, y la empresa tiene que ir mendigando de oficina en oficina", afirma Maroto.
Hay algo en lo que coinciden todos los consultados: la situación es mala, pero al menos no ha empeorado en los últimos meses. Acostumbrados a que las dificultades de acceso al crédito se hicieran cada día más agudas, tras el verano la situación se ha estancado. Un estudio del Banco Central Europeo apunta en la misma dirección. Si entre enero y marzo el flujo cayó un 43% y en el segundo trimestre un 21%, desde julio a septiembre la disminución del crédito se limitó a un tímido 8%. Esta relativa mejora no es óbice para que, según dice el informe de octubre, "sea necesario señalar que la restricción acumulada a lo largo de estos meses de turbulencias financieras todavía no ha desaparecido y permanece de forma muy sustancial".
Pero la pregunta a la que todo el mundo busca respuesta no es tanto si en los últimos meses ha mejorado la situación, sino cuándo volverá a fluir el dinero con normalidad. La respuesta varía en función de lo que se considere normalidad. "Es difícil que volvamos a los niveles de antes de la crisis. Y tampoco es deseable volver a la burbuja del crédito anterior a 2007", sostiene Carbó. Si por normalidad se entiende una ligera mejoría del crédito, los expertos sitúan esta recuperación a mediados de 2010. Y ésta es la hipótesis más optimista.
"Los bancos todavía no saben con exactitud la magnitud de las pérdidas ocasionadas por las hipotecas subprime. Esto aflorará en la primavera del año que viene. Antes de abrir el grifo del crédito habrá que analizar el volumen de pérdidas y la evolución de la morosidad y del desempleo. Hasta entonces, la cosa no mejorará", sostiene el catedrático Juan Antonio Maroto.
Falta de liquidez, escaso crédito y mucha morosidad. Es el triángulo maldito del que no se ve la salida y puede empeorar en 2010. ¿Tiene solución? Las divergencias son importantes. La Confederación Española de Cajas (CECA) y la Asociación de Trabajadores Autónomos coinciden en que la situación empezará a enderezarse cuando se revitalice la economía, caiga el paro y la morosidad y regrese el apetito inversor de los empresarios. Esta situación impactará en las entidades financieras, que se irán saneando poco a poco. "Es muy grave que el consumo de los hogares haya caído un 5,1% y que se hayan destruido 1,36 millones de empleos en lo que va de año", apuntan en ATA.
Sin embargo, desde la Comisión Europea y la AEB, el problema es al revés. Como ha declarado Miguel Martín, presidente de la patronal bancaria, lo primero debe ser la reestructuración financiera, que se saneen las entidades, es decir, que se cierren las ineficientes. Las que queden, menos en número pero más fuertes, que puedan financiar a las empresas. Cristóbal Montoro, portavoz económico del PP, es tajante: "Mientras no se limpie el mercado financiero con fusiones razonables no volverá el crédito. Es urgente y necesario porque España se ha financiado con crédito exterior que ahora hay que devolver. En esta situación, bancos y cajas sólo se preocupan de captar depósitos para atender sus propios vencimientos, no para prestar. La situación va a peor". El Ministerio de Economía resalta que la situación en España no es distinta de la de Europa y que es habitual que el crédito caiga, en línea con lo que hace el PIB.
El diagnóstico de los bancos es el siguiente: "El crecimiento del crédito en España registra tasas interanuales próximas al 0%. La evolución del crédito a empresas y familias es positiva porque va a un ritmo superior al de la economía, que se está contrayendo al -4%". También aclaran que un crecimiento del 0% implica que los bancos españoles siguen concediendo crédito nuevo, suficiente para compensar las operaciones que se amortizan o se dan de baja.
Íñigo Vega, experto de Iberian Equities, corrobora que algunos sectores como el inmobiliario y el hipotecario, en contra de lo que se piensa, no se ha congelado. "Si no se dieran nuevos créditos, las hipotecas bajarían un 7% y el saldo sigue estable en unos 650.000 millones. No obstante, ahora se están concediendo menos de la mitad de las hipotecas que en 2007". Respecto al préstamo a los promotores, Vega apunta: "Está creciendo porque las entidades mantienen las líneas de crédito concedidas hace tiempo. Las entidades no quieren quedarse con edificaciones a medio terminar, que no tienen casi ningún valor, aunque obviamente no se presta nada para nuevas operaciones".
El Gobierno alaba el buen funcionamiento de las dos mangueras utilizadas: el Fondo para la Adquisición de Activos Financieros (FAAF), que ha facilitado 19.500 millones, y el Fondo de Avales, que ha cubierto -o están pendientes de otorgamiento- emisiones por 103.000 millones. El Tesoro ha ingresado unos 1.400 millones por facilitar esta liquidez. Además, el BCE ha prestado sin límite al 1%, otra fuente de liquidez y de ingresos financieros muy importante para las entidades.
Para los ciudadanos, estas medidas son vistas como ayudas puras y duras. "Es indignante que se haya socorrido a la banca, que es la que ha provocado esta crisis, y no a los pequeños empresarios, que somos las víctimas", dice Ángeles Pelegay, propietaria de una papelería de Zaragoza capital. Esta comerciante cuenta que las cajas con las que trabaja, Ibercaja y la CAI, convirtieron las líneas de crédito (producto en el que sólo se paga por el dinero que utilizado, aunque a precios altos, pero nada por lo que queda pendiente) en un crédito normal, con costes financieros más altos porque abarca toda la cantidad pedida. "Los gastos fijos nos comen y esto fue otro problema más. Cancelé el crédito y tuve que prescindir de la dependienta. ¿Por qué no fui al ICO? Sus ofertas no llegan a la calle. Las entidades no las ofrecen, se lamenta Pelegay. En su opinión, hay un ambiente excesivamente negativo que retrae el consumo. "Todos, incluidos los medios de comunicación, deberíamos cambiar el discurso porque incluso los que no tienen problemas, como funcionarios y jubilados, se contienen para no gastar".
En el sector financiero se niega el concepto ayuda porque dicen que han pagado a precios de mercado todo lo que se les ha prestado. Esto sólo es una media verdad, ya que muchas entidades pequeñas no hubieran obtenido liquidez a ningún precio en los mercados porque nadie estaría dispuesto a prestarles.
El consumo se resiente aún más
Adiós a las alegrías. Hace tiempo que han pasado a la historia esas escenas en las que los empleados de banca animaban a las familias a endeudarse por encima de sus posibilidades. Cuando prestaban más dinero del que costaba el piso para comprar los muebles o para hacer un viaje de placer antes de la mudanza. Ahora son los créditos destinados a la compra de vivienda y, sobre todo, los de consumo, los que más dificultades tienen para obtener el aprobado de las entidades financieras.
Porque el descenso que experimentó en el primer semestre el crédito que se concede a las empresas para actividades productivas ha sido similar al que han sufrido las familias para la compra de vivienda, ligeramente por debajo del 1%. Pero la auténtica debacle ha llegado en los préstamos para el consumo, los que más sufren los vaivenes de la coyuntura. En seis meses, estos créditos han caído un 8,5%, al quedarse ligeramente por debajo de los 50.000 millones de euros.
Con un Euríbor que cerrará este mes en torno al 1,22% -un récord a la baja que será difícil volver a batir- la concesión de hipotecas sigue estancada por la exigencia de unos ahorros previos cada vez mayores y por unos diferenciales respecto al Euríbor que se han disparado. Después de los años locos en los que bancos y cajas concedían más de 100.000 hipotecas para viviendas al mes, la cifra lleva casi un año estancada ligeramente por encima de las 50.000.
Pero el consuelo es que las dificultades que ponen las entidades financieras para dar préstamos a las familias no son ahora tan pronunciadas como en la primera mitad del año. Según los datos del Banco Central Europeo (BCE), el volumen de créditos concedidos en la eurozona para compra de pisos cayó en el tercer trimestre un 14%, mientras que en la primera mitad del año el descenso rondaba el 25%. "Las menores restricciones se explican por una percepción menor del riesgo por parte de los bancos a partir de julio", señala el eurobanco en un informe reciente.
Mientras, lo que sigue disparado es la morosidad de las familias. Más de 30.000 millones contabilizados por el Banco de España el pasado mes de julio, más del doble de la cifra de tan sólo un año antes. Y éste sí que es el verdadero obstáculo para que los bancos y cajas vuelvan a disfrutar alguna de las alegrías de antaño.
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