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Camino a Suráfrica 2010

Una nómina letal de delanteros

Ausente Fernando Torres, el autor del gol que coronó a España en la última Eurocopa, el regreso de La Roja al Prater de Viena, el escenario de ensueño donde se doctoró en 2008, no pudo ser más reconfortante. La nómina de delanteros de la que dispone Vicente del Bosque es holgada. A falta del matador del Liverpool y de la Premier, Villa vio puerta dos veces y ya lleva 35 dianas, que le sitúan a nueve de la marca de Raúl.

El punta del Valencia mejoró sus registros al igual que Güiza, que cada vez que juega con la selección se redime de su errático andar por la Liga turca. Anoche, tras salir desde el banquillo como tantas veces, anotó su sexto gol. Cesc, que logró el empate a pase de Silva, y Pablo Hernández, que cerró la cuenta tras recibir el balón de Navas, también dieron muestra de la pegada española. Y eso que uno de los recién llegados, Negredo, un complemento más a la línea ofensiva, no tuvo fortuna esta vez.

Aun así, el conjunto anfitrión fue incapaz de hincar el diente al conjunto español, que impartió "un master de fútbol", como había advertido su técnico, Didi Constantini. España volvió a demostrar que es letal manejando el balón con una posesión que en varios tramos del encuentro rozó el 80%. Los números del equipo con Del Bosque al timón son elocuentes: 21 victorias de 22 posibles, 63 goles a favor (una media de 2,8 por encuentro) y 13 en contra (0,5) La goleada, remontada incluida -facilitada por la tarjeta roja directa a Pehlivan, por una falta a Busquets-, se quedó a un gol de los seis que endosó a Azerbaiyán en la puesta a punto previa a la Copa Confederaciones.

El partido amistoso comenzó con un minuto de silencio en memoria de Robert Enke, portero alemán de 32 años que militó entre otros equipos en el Barcelona y el Tenerife y que falleció el pasado día 10. Las pantallas del estadio, con un riguroso negro de luto como fondo, mostraron una imagen del arquero mientras los jugadores guardaban silencio. Más bulliciosa se mostró la grada cuando Hermann Maier apareció en escena. Ya retirado de las pistas, el esquiador austriaco, una leyenda, hizo el saque de honor. El público no volvió a aplaudir hasta la segunda parte, cuando, ya decidido todo, jaleó la carrera de un espontáneo por el césped.

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