Chinas en el PSOE
El Gobierno andaluz ha dado un paso decisivo para combatir la crisis y su peor secuela, el paro. Al mismo tiempo, los socialistas andaluces han metido una china en sus propios zapatos que les dificultará el recorrido por el tortuoso sendero que conduce a la salida de la crisis.
Todo, en tan solo 48 horas.
El martes, a la caída de la tarde, Gobierno, patronal y sindicatos anunciaban la firma de un nuevo acuerdo de concertación. Un pacto cargado de novedades, esperanzas y un montón de dinero: 19.000 millones para los próximos cuatro años. El empleo y el desarrollo empresarial, entre los principales objetivos.
Mientras en España el diálogo social se encuentra en dique seco, en Andalucía, una vez más, se concierta. El futuro es sombrío, pero lo será mucho menos si todos reman en la misma dirección. El anuncio pues, al atardecer del martes, de que el próximo día 24 se firmará el VII Acuerdo de Concertación Social, era un rayo de esperanza para el casi millón de parados de la comunidad.
Casi a la misma hora, de un restaurante sevillano iban saliendo los ocho secretarios provinciales socialistas, tras un almuerzo con el presidente de la Junta, José Griñán. Oficialmente, para hablar de la crisis. Una verdad a medias.
Había otro tema sobre la mesa: el día anterior, el presidente Griñán había confirmado que es posible un adelanto del congreso del PSOE-A en el que se debe producir el relevo en la secretaría general. El congreso ordinario estaba previsto para 2012. Hasta ahora, los dos afectados, Chaves y Griñán, habían sostenido que no era necesario anticipar un congreso extraordinario. En todo caso, ese adelanto se produciría, en palabras de Griñán, "de común acuerdo entre Manuel Chaves y yo".
El cambio en la presidencia de la Junta, el pasado mes de abril, ha sido ejemplar. Chaves, mostrando una vez más su calidad como persona y como político, cedió la presidencia a su íntimo amigo y estrecho colaborador José Griñán. Anunció también que no optará a la reelección como secretario general. Dejaba el camino expedito para que Griñán ocupara todo el poder. En 2012.
Pero algo se ha roto y no se sabe muy bien qué. Algo que empuja a Griñán a anticipar el relevo en el partido. Sería una pena que dos viejos amigos se distanciaran por este asunto. Y sería catastrófico para el PSOE que se confirmara ese distanciamiento.
La oposición, al acecho, ha encontrado carnaza donde hincar el colmillo. Aunque los argumentos utilizados no dejan de ser sorprendentes. Javier Arenas afirma que "los liderazgos no se ganan con el dedo". Y lo dice quien recibió el puesto de secretario general del PP en 1999 por el dedazo de José María Aznar, quien a su vez había sido designado por el dedazo de Fraga.
Diego Valderas sostiene que Griñán está "inseguro y nervioso", porque el presidente "no está asentado en el liderazgo de la Junta, ni del PSOE". Y lo dice quien ha tenido que sustentar el suyo haciendo la vida imposible a quienes podían hacerle sombra (Rosa Aguilar, Concha Caballero) y al que cada dos por tres se le rebela ese prodigio de supervivencia política que es Juan Manuel Sánchez Gordillo.
Para la buena salud del partido socialista y del Gobierno andaluz sería necesario que se despejara la incógnita del congreso cuanto antes. Independientemente de las razones a favor y en contra de un traspaso completo de poderes, una vez que el tema ha salido a la plaza pública, hay que solucionarlo.
Solo hay una salida: que Chaves, Griñán y la actual dirección regional acuerden pronto y hagan público si habrá o no congreso extraordinario. Por que si no, las dentelladas de la oposición harán cada vez más daño y las especulaciones serán más estrambóticas.
La china en el zapato puede convertirse en un pedrusco insoportable.
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