¿Qué tipo de universidad?
La vergonzante exposición de seis paneles plastificados que apenas pueden verse en uno de los pasillos peor alumbrados de la Universidad de Deusto explica, en cierto modo, las molestas y a veces casi inexistentes relaciones que mantuvieron Ignacio Ellacuría y los representantes de la Compañía de Jesús en Bilbao. "Ignacio no era muy querido en esta casa", reconoce el teólogo Javier Vitoria en el despacho del decanato de la Facultad de Teología de la universidad privada, mientras recuerda la tímida respuesta que los responsables de Deusto dieron a los asesinatos de El Salvador, o el silencio calculado a las discrepancias del padre Arrupe con Juan Pablo II.
"Ni Ellacuría ni Jon Sobrino, cuya conferencia en el centenario de la Universidad sentó muy mal aquí, han sido muy apreciados por sus coetanos. Pero es muy difícil saber todo lo que pasó en esas relaciones. No era un problema tanto político como de fe y justicia", apunta Vitoria.
A otros jesuitas de Deusto les parece también "indigno" que tras su muerte a Ellacuría se le siga considerando marxista, como en varias ocasiones le ha tildado el profesor José Ramón Scheifler. Aunque hoy se reconoce que el rector de Deusto Jaime Oraa, ha deseado reorientar la cuestión Ellacuría organizando algunas "interesantes" conferencias.
El debate de todos estos años se ha centrado en las claves de la misión de la Compañía tal como la entendían en El Salvador y como se entiende en Deusto. "Existen dificultades de entendimiento. Aquí no están cómodos porque lo que se juega es la perspectiva de la teología, de concepciones de universidad de los jesuitas, de universidad católica".
En el fondo, lo que se debate son dos formas de concepción sobre el papel de una universidad católica en dos mundos distintos. Diez días antes de su asesinato, en una conferencia pronunciada en Barcelona Ellacuría afirmó: "Suele decirse que la universidad debe ser imparcial. Nosotros decimos que no. Nosotros somos libremente parciales a favor de las mayorías populares porque son injustamente oprimidas y porque en ellas está la verdad de la realidad".
Algunos se preguntan qué pensaría Ellacuría sobre esos titulos de escuela de negocios cuya matrícula cuesta 45.000 euros. ¿Qué pensaría de la Compañía que ha dejado de hablar de justicia y fe y vuelve a intentar, a través de la formación comercial y empresarial de la mayoría de sus alumnos, ser la consejera moral de las élites? Y financiada por importantes entidades bancarias.
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