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Reportaje:

La fusión que sí pudo ser

La unión de las tres cajas del sur en 1999 recibió una fuerte resistencia inicial y dejó unas cuantas víctimas

"Ha sido difícil y complejo, pero se ha solventado con generosidad de todas las partes". Aquel 15 de marzo de 1999 Julio Fernández Gayoso (Vigo, 1931) daba por cerrados años de conversaciones y meses de tiras y aflojas. Por fin se firmaba en un hotel de Santiago el protocolo de fusión de las cajas del sur de Galicia, una operación a tres bandas inédita hasta entonces en las finanzas españolas. En la foto de familia no sólo estaban los presidentes y directores generales de las entidades de Vigo, Ourense y Pontevedra. Junto a Manuel Fraga y su conselleiro de Economía, José Antonio Orza, también irrumpía un actor hasta entonces secundario, el secretario general de los populares gallegos y titular de Obras Públicas, Xosé Cuiña, protagonista estelar en el último trecho de las negociaciones y en los debates internos de los consejos de administración para establecer un casi imposible reparto de poderes.

"Se hizo el acuerdo activando resortes políticos que manejó Fraga"
A juicio de muchos, Luis Carrera era todo un rival para Fernández Gayoso

Pocos protagonistas de aquella fusión pisan hoy las mismas moquetas cuando más resistencia se ofrece desde Caixanova a la eventual unión con Caixa Galicia. Pocos, por no decir ninguno. Gayoso sigue pilotando la nave del sur y buscando alianzas alternativas ante lo que en el entorno empresarial de Vigo semeja una absorción por una entidad que casi la dobla en tamaño. "Ése es uno de los principales problemas; no se puede ver esta fusión, que en buena lógica debería imperar finalmente, como una absorción, sino como una operación entre iguales". Habla uno de los que mejor conocieron aquel proceso: Luis Carrera. Su nombre, de mal recuerdo para el PP por ser el conselleiro de Economía in pectore de Feijóo en el arranque de la campaña, luego "retirado" por no declarar a Hacienda ingresos domiciliados en un paraíso fiscal, está tan vinculado a Caixanova como los recursos judiciales que ha interpuesto contra la caja, reclamando el fondo de pensiones tras su abrupta salida, en enero de 2004, que todavía colean en el Tribunal Superior de Xustiza.

"Se hizo la fusión", recuerda Carrera, "activando resortes políticos que manejó Fraga, pero a partir de entonces nadie supervisó la evolución de los pactos firmados bajo el dogma de que lo hablado no existe y lo escrito siempre es susceptible de interpretación". Más allá del lamento, la fusión permitía alumbrar en aquel momento la décima caja española por activos y beneficios, la duodécima por depósitos y la undécima por créditos. El protocolo pactado se describía como el resultado de "un intenso proceso de reflexión y de cordial y responsable negociación".

La integración tuvo su precedente en un acuerdo firmado en 1991, por el que las tres cajas deciden colaborar en ámbitos como el tecnológico. La alianza se rompe en 1995, cuando Caixa Ourense, la más recelosa, se descuelga. Un año después todo se acelerara. Y esta vez Fraga participa en las reuniones discretas, para dejar paso después a Orza, quien a la postre sería el artífice real de la integración. Hoy miembro del Consello de Contas, Orza es de los que piensan que "el proceso actual retrotrae al anterior, por muchas diferencias que existan". "Todos los procesos de fusión tienen su complejidad y éste no puede ser de otra manera", se limita a advertir el ex conselleiro.

El impulso definitivo llegó en septiembre de 1998. Tras un primer borrador, Caixavigo presenta un protocolo de fusión que es aceptado primero por Caixa Ourense y después por Caixa de Pontevedra. El 15 de marzo de 1999, los tres consejos lo aprueban. Habría una primera unión de las cajas de Vigo y Ourense en junio para integrarse Pontevedra un año después. El domicilio social estaría en Vigo, la caja se llamaría Caixanova y su director general, Julio Fernández Gayoso. Carlos Velasco, máximo responsable de Caixa de Pontevedra, aceptaría una jubilación por límite de edad y Luis Carrera pasaba a ocupar la dirección general adjunta. Poco duró el estatus. Hasta cinco direcciones generales adjuntas impulsaría Gayoso para diluir la figura de Carrera, todo un rival, a juicio de muchos.

Para propiciar la fusión, Caixavigo se había hecho un año antes con algo más de la mitad del capital del Banco Gallego, por algo más de 90 millones de euros, irrumpiendo a lo grande en A Coruña, feudo de su rival Caixa Galicia. El Banco Gallego era el mejor aval para su candidatura al frente de la caja unificada. Algo más del 18% de cuota de mercado en Galicia, 2.350 empleos y 453 oficinas eran las credenciales de la nueva caja. Antes de llegar al final del trayecto también cayeron otros protagonistas, en este caso víctimas accidentales. David Ferrer Garrido, el principal opositor a la operación desde Ourense, fallecía cinco meses antes del acuerdo. Alcalde y presidente de la Diputación por dos veces, la suya fue una oposición que con el tiempo desvela muchas estrategias, bajo dos premisas: "Negarse por principio para negociar mejor", y "mantener la entidad, mientras no se cierra la operación, con los mejores ratios posibles". ¿Sucederá algo similar con el camino elegido por Caixanova?

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