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Ingo Niebel reconstruye la historia del espía Wakonigg

El autor defiende que actuó "por sus propios intereses"

Ayer hizo 73 años que Wilhelm Wakonigg, un ciudadano austrohúngaro asentado en Bilbao, ambicioso y bien relacionado, fue detenido en Las Arenas cuando intentaba embarcar en un destructor inglés rumbo a San Juan de Luz, con documentos sensibles para el Gobierno de Euskadi en la maleta. Fue juzgado y condenado a muerte por traición consumada. Antes de caer fusilado gritó "heil Hitler". Los últimos años de su vida son el material con el que el historiador y periodista Ingo Niebel (Colonia, 1965) ha construido la crónica Al infierno o a la gloria. Vida y muerte del ex cónsul y espía Wilhelm Wakonigg en Bilbao (1900-1936) (Alberdania). Niebel ha llegado a la conclusión de que el espía nazi actuó "por sus propios intereses".

Niebel descubrió la figura de Wakonnig leyendo El árbol de Guernica, del periodista británico George L. Steer. El perfil esbozado del personaje despertó su curiosidad y comenzó a buscar datos sobre la vida del enigmático austrohúngaro, que llegó a cónsul de Alemania en Bilbao y bajo la apariencia de un hombre convencional, socio de La Bilbaína y del Marítimo del Abra, casado y con un yerno militante del Partido Nacionalista Vasco, ocultaba a un espía. Empezó a buscar en los archivos oficiales de Austria y Alemania, y siguió su pista hasta su muerte junto a una tapia del cementerio de Derio, condenado a muerte en los primeros meses de la guerra civil.

Niebel, miembro de la Sociedad de Estudios Vascos, dice que ha investigado como historiador y ha escrito como periodista. El libro sigue los pasos de Wakonnig y atiende a las circunstancias políticas que rodearon su detención, ordenada por el consejero de Interior, Telésforo Monzón, y al difícil equilibrio de fuerzas en el Gobierno de Euskadi. Su trabajo le permite asegurar que Wakonigg obró "decidida, convencida y sistemáticamente, primero contra la legalidad republicana y después contra la que representaba el Gobierno de Euskadi".

Niebel destaca que Wakonnig siguió una estrategia planificada. Primero emprendió acciones de carácter humanitario, ayudando a salir de España a familiares de monárquicos y falangistas. El siguiente paso fue prestar ayuda directa a destacados golpistas y empresarios con el apoyo de la armada alemana. Finalmente, el espía se centró en recopilar documentos como los planos sobre la defensa de Bilbao e información económica e industrial. No espió por amor a su segunda patria, a la España nacional, defiende el autor, sino por sus propios intereses. "Quería ser el hombre que decidiera la caída de Bilbao, quería ser el intermediario entre la industria metalúrgica alemana y el gobierno de la junta golpista de Burgos", señala. Los gobiernos de Berlín y Viena tan sólo enviaron telegramas para intentar salvarle la vida.

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