Barcelona, finalista de la Davis
Valencia sólo tuvo un voto y Nadal, que cayó en semifinales de Pekín ante Cilic, da por zanjado el enfrentamiento entre los tenistas
La Federación Española de Tenis propuso ayer a la internacional (ITF) que el Palau Sant Jordi de Barcelona acoja la final de la Copa Davis, que enfrentará a España con la República Checa del 4 y el 6 de diciembre. En contra de Valencia, que también optaba a la organización y fue derrotada por 13 votos a 1, jugó el peso de las infraestructuras, de la experiencia y de la iniciativa política: Barcelona ofrecía mayor aforo (17.000 espectadores frente a 12.000); el aval de haber organizado en el mismo escenario la final ganada a Australia en 2000; y el impulso de una ciudad y una Comunidad que buscan recuperar protagonismo tras haberse quedado un paso por detrás del Madrid del sueño olímpico en la organización de grandes eventos deportivos. A la espera de la respuesta de la ITF, la elección de Barcelona cierra oficialmente un debate que sigue vivo en el vestuario. Fernando Verdasco y Feliciano López apoyaron en público la opción de Madrid, que no llegó a presentar su candidatura. David Ferrer y Juan Carlos Ferrero, la de Valencia. Y Rafael Nadal, el número uno español, recriminó a los dos primeros su discurso.
No rindió ni con Ancelotti ni con Leonardo, y Berlusconi ya no le defiende
"No quiero decir nada más", cerró ayer el mallorquín, vencido en las semifinales de Pekín por Marin Cilic (6-1 y 6-3, su segunda peor derrota a tres sets en dos años). "No creo que pueda afectar para nada a la unidad del equipo. Nunca he tenido ningún problema con ningún jugador, creo que nadie ha tenido ningún problema con otro y no va a ser ésta la primera vez. Entiendo que a Verdasco le molestara lo que dije, aunque yo no les haya atacado personalmente".
Antes de que Nadal hiciera esas reflexiones hubo un partido. Y ese partido fue para él un castigo. El mallorquín, en su primer torneo tras la lesión abdominal que le mantuvo casi un mes sin competir, sufrió al servicio: su herrumbrosa mecánica le llevó a ganar el 50% de los puntos jugados con el primer saque (18 de 36) y el 35% de los disputados con el segundo (6 de 17). De eso hablaría, seguramente, con Francis Roig, su asesor técnico, camino de Shanghai. Probablemente no fuera el único tema de conversación. Roig, al fin y al cabo, es el segundo entrenador de la selección y conoce de primera mano las opiniones de sus jugadores. Esa discusión pública -"Han hecho un poco la guerra por su cuenta", dijo Nadal de Verdasco y López; "No apoyaré a Barcelona", había asegurado antes el madrileño- no es un asunto menor. España le ganó a Argentina el título de 2008 en Mar del Plata. En aquel resultado hubo un elemento decisivo: el vestuario argentino. Las relaciones entre los jugadores se habían tensado hasta el límite a cuenta de la elección de la sede. Cada uno defendió su patria chica, lo que llevó a la federación argentina a presentar dos ciudades a la ITF. El malestar siguió creciendo. De que no ocurra lo mismo en el vestuario español se ocupan desde esta semana los federativos.
"Barcelona es la sede de todos", dijo ayer, por ejemplo, José Luis Escañuela, el presidente de la española. No fue el único en hablar. Albert Costa, el seleccionador, emitió un comunicado que sin decir nada lo decía todo. "Este equipo va a hacer lo que ha hecho siempre, convertirse en un grupo con un solo objetivo: ganar la final".
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