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La tecnología crece en el quirófano

Salud ha multiplicado por ocho en los últimos cuatro años la inversión para modernizar equipos y aplicar técnicas como la cirugía radiodirigidaAl paciente apenas le quedan huellas de la operación tras salir del quirófano

Cada día son más los cirujanos que no tocan tejidos ni se manchan las manos de sangre al operar; de ello tienen la culpa las nuevas tecnologías y los robots, que les permiten intervenir al paciente "a distancia". En cuanto al diagnóstico, la medicina nuclear permite localizar tumores en los lugares más ocultos del cuerpo, observar su morfología en tres dimensiones y calcular la velocidad a la que crecen. Hoy el TAC (tomografía axial computerizada) y el PET (tomografía por emisión de positrones) configuran una máquina híbrida que le ofrece al médico la información más completa y precisa que jamás pudiera imaginarse. En ella se unen la imagen morfológica, casi perfecta, del TAC y la representación del metabolismo que ofrece el PET. Si a esto se añade que ya se dispone de redes y sistemas de digitalización que facilitan el acceso a toda la información sobre el paciente, las posibilidades ante el futuro son infinitas.

En el cáncer de mama, el 'ganglio centinela' avisa de qué está infectado
El tratamiento 'a la carta' del enfermo es una posibilidad cada día más real

Aún así, lo que está por venir sólo se intuye, pero los tratamientos "a la carta" son una posibilidad. La cirugía radiodirigida permite ya, que, a partir de una sonda de detección radioactiva, se localice y extraiga un tumor por cirugía laparoscópica practicando una incisión de un par de centímetros. En el tratamiento del cáncer de mama se busca el "ganglio centinela" para evitar la metástasis o la extirpación de tejidos no contaminados. Se trata de averiguar hacia dónde emigran las células cancerígenas después de haberlas "tintado" con un marcador radiactivo que permite observar su desplazamiento. Es decir, la información que la tecnología aplicada al diagnóstico propicia es de tal precisión y tan amplia que casi puede afirmarse que los tratamientos son ya específicos para cada paciente.

"¿Por qué no pensar que al enfermo se le meterá en una máquina que, una vez programada, se ocupe de todo?", se pregunta Javier Márquez, jefe del servicio de Neurocirugía en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. "Bastará con que el equipo médico multidisciplinar que trata al enfermo programe y utilice correctamente toda la tecnología que tenga a su alcance", concluye. En cierto sentido, médico y ciencia estarán a disposición de las máquinas... ¡Y éstas se ocuparán de todo! Lo último, puestos a imaginar, es que los agresivos tratamientos que hoy se hacen con radio y quimioterapia puedan ser sustituidos por terapias más naturales a base de ultrasonidos, calor u otras energías. También los tejidos artificiales que se emplean en cirugía desaparecerán y serán remplazados por otros fácilmente asimilables por el organismo. Adiós a las placas de titanio, tornillos, mallas y otros artilugios que hasta ahora quedaban inertes en el cuerpo de los pacientes como testigos mudos de una arriesgada operación.

En cuanto al paciente, éste ya percibe, nada más salir del quirófano, el valor de las nuevas tecnologías. Apenas le quedan huellas de la intervención. Tres o cuatro fisuras darán fe de que le han operado de un problema de próstata, urológico, digestivo, ginecológico o cardiaco. También la robótica y las tecnologías avanzadas permiten hoy el reimplante de manos y brazos, o la extirpación de tumores cerebrales; tumores, éstos, que, hasta ahora, su simple diagnóstico era anuncio de muerte. Lo que antes resultaba complejo, como era una operación con varias horas de quirófano, hoy se ha simplificando en extremo: se ha reducido el tiempo quirúrgico y el volumen de sangre empleada; el uso de fármacos y el grado de dolor del paciente. Y la recuperación posquirúrgica, por lo general, no pasa de un par de días. Entonces el paciente vuelve a su casa, cuando hasta hace muy poco cualquier cirugía requería de varias semanas de hospitalización.

La sanidad pública andaluza no está dispuesta a perder la estela de Europa. En los últimos cuatro años Salud ha multiplicado por ocho sus inversiones en este campo, pasando de 3,38 millones en 2005, a 28 en lo que va de año, para alcanzar una cifra global de 62,9 millones en este período. Y es que hoy el profesional sanitario necesita disponer de los recursos tecnológicos más adecuados para realizar bien el trabajo.

El robot Da Vinci es uno de los instrumentos más avanzados con que cuenta Salud. De momento, el SAS sólo dispone de dos actualmente operativos (en Sevilla y en Málaga), además de un tercero en Granada para entrenamiento de los futuros cirujanos. Después de dos años, esta tecnología ha permitido realizar más de 300 operaciones con éxito. Y es que "el cerebro" de este robot amplía hasta 15 veces la visión del campo quirúrgico, además de verificar cada movimiento que hace el cirujano 1.500 veces por segundo.

No ha habido médico ni gestor sanitario consultado que no apoye la dotación tecnológica en el cuidado de la salud. "No hay marcha atrás, aunque sea complicado mantener el nivel adecuado de renovación", reconocen. Eso sí, nadie niega la necesidad de una evaluación rigurosa de cualquier propuesta de compra tecnológica que se haga. La tecnología en salud, se dice unánimemente, no sólo beneficia a los enfermos y estimula al profesional para trabajar más y mejor, también fortalece al sistema sanitario público. "Hoy, en Andalucía, el tratamiento de un paciente oncológico complejo es prácticamente imposible fuera de la sanidad pública", concluye Ricardo Vázquez Albertino, jefe del Servicio de Medicina Nuclear en el hospital Virgen del Rocío.

El cirujano tiene absoluta información

Si el diagnóstico, gracias a las nuevas tecnologías, es ya infalible en algunas enfermedades, en cirugía el quirófano se ha convertido en una especie de "cabina de avión de combate dentro de la cual el piloto [el cirujano] tiene absoluta información de todo lo que ocurre alrededor de la operación que está practicando", dice Javier Márquez. A estos quirófanos los denomina Márquez "de realidad aumentada" porque el cirujano puede ver más allá de lo que ven sus ojos. El microscopio fluorescente, el TAC portátil o las técnicas más novedosas de neuronavegación hacen que el equipo quirúrgico tenga en todo momento información precisa y un control absoluto sobre cualquier movimiento, por simple que éste sea.

Rafael Medina, director de la Unidad de Gestión Clínica de Urología en el Virgen del Rocío, habituado a extirpar tumores de próstata con el robot Da Vinci, explica que lo más difícil para el cirujano ahora es habituarse a no palpar tejidos, mientras opera a distancia. "Hemos tenido que aprender a mover nuestras manos de nuevo", dice. Pero una vez resuelto este tema, comenta, los resultados son increíbles. "Ahora podemos extraer un tumor, por ejemplo, en una bolsita de plástico por una cavidad de un par de centímetros".

Desde Salud se asegura que se está haciendo el máximo esfuerzo para dotar tecnológicamente a la mayoría de los servicios que presta. "El objetivo siempre es el mismo: la accesibilidad del ciudadano a estas tecnologías. Nadie debe quedar excluido", recuerda José Luís Rocha, secretario general de Evaluación Tecnológica. La instalación de retinógrafos digitales en los centros de salud para diagnosticar rápida y eficazmente la retinopatía diabética, o la puesta en funcionamiento de ecógrafos de última generación en parte de la red hospitalaria para el diagnóstico prenatal, a fin de detectar patologías congénitas y malformaciones, son dos claros ejemplos.

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