El 'chaleco mágico' llega a MotoGP
Algunos pilotos han probado una prenda que, supuestamente, eleva un 7% su rendimiento
En El Señor de los Anillos, el libro de Tolkien, uno de los elementos que más ayudan a Frodo Bolsón y a su amigo Samsagaz Gamyi a llegar hasta Mordor es la capa élfica, una especie de manto que los dos protagonistas emplean para cubrirse cuando están en peligro, y que hace que se fundan con el entorno, convirtiéndoles prácticamente en invisibles. Pues algo parecido, aunque con otras propiedades, ha llegado al Mundial de MotoGP. En este caso, la prenda en cuestión es un chaleco, que sólo baja hasta la parte media del tórax y está lleno de agujeros. Según la gente que pretende introducirlo en el mundo del deporte de élite, se trata de un invento revolucionario, que posee unas propiedades que permiten aumentar el rendimiento del sujeto que lo lleva hasta en un 7%, gracias a una combinación secreta de minerales. Ese porcentaje es una nimiedad para cualquier ciudadano de a pie, pero una barbaridad para un atleta que dedica la mayor parte de su tiempo al entrenamiento. "Se trata de una combinación de elementos que, mediante inducción, se puede aplicar a cualquier tejido", afirma Susana López, una de las responsables de la introducción del chaleco en España. La explicación más científica la ofrece su marido, Pasquale Divico: "El chaleco produce rayos infrarrojos lejanos, que aumentan la microcirculación del cuerpo y también activan las moléculas de agua. Eso optimiza el equilibro de la persona de forma inmediata, y también facilita la recuperación de las lesiones musculares".
"Me lo puse en el gimnasio y mejoré algo, pero no me fío de sus efectos", dice Lorenzo
A la hora de ir a ofrecerlo a los posibles usuarios, la acogida ha sido dispar. Los hay que se lo han puesto alguna vez, en el gimnasio o en la pista, y han decidido no volver a probarlo, como Lorenzo, Pedrosa o Barberá; y luego están los que, como Nani Roma, recibieron la propuesta de probarlo, se lo colocaron y, tras una demostración, consideraron poco fiable, o más bien imposible, que pudiera funcionar. Fuentes del Barça aseguran que se lo fueron ofrecieron para que alguno de los futbolistas azulgrana lo probara, y que el club desechó el ofrecimiento porque creyeron que no sirve para nada. "Nosotros lo probamos en Assen y a Héctor le fue bien, se sintió cómodo con él. Pero luego no pudimos establecer un programa de entrenamiento más completo, para poder certificar exactamente en qué aumentaba el rendimiento", asegura Xavi Pérez, agente de Barberá. Y es que disponer del chaleco no es fácil, según los responsables comerciales del producto, por el miedo a que alguien pueda hacerse con uno, lo lleve a analizar, y saque la fórmula. Es decir, lo que sería espionaje industrial.
"Antes del entrenamiento, una persona con un maletín llegó al box. Sacó el chaleco y se lo dio a Héctor. Luego, al final de la sesión, el hombre volvió a aparecer y se llevó el chaleco", conviene el representante de Barbi. Lorenzo lo probó en Barcelona, en el gimnasio en el que se entrena habitualmente. "Hice unos ejercicios con el chaleco y luego los repetí sin él. La verdad es que mejoré un poquito cuando lo llevaba, pero decidí no ponérmelo más porque no me fío de los efectos que puede tener en mi organismo", afirma el piloto mallorquín, que logró ayer su quinta pole de la temporada. En cuanto a las propiedades de la prenda, el más crítico de todos es Nani Roma, ganador del Rally Dakar, en motos, en 2004. "Me llamó un tío y me dijo que iba a subir al Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, con algo muy bestia", explica. "Cuando llegaron, me tiraron un chaleco encima de la camisa que llevaba, una camisa de vestir, normal, y me hicieron hacer unos ejercicios de equilibrio muy raros. Había fisioterapeutas y médicos, y primero alucinamos. Pero después nos dimos cuenta del truco", ahonda Roma. "Lo que me sabe mal es que haya gente, como yo, que se pasa entrenando ocho horas al día para mejorar un 0,5%, y venga un hombre con un chaleco y me diga que si me lo pongo mejoraré un 7%", opina el corredor.
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