Festín del Valencia
El cuadro de Emery desarbola al Valladolid con Mata y Villa en estado de gracia
Silva tiene en Zorrilla uno de sus territorios preferidos. Allí acudió años atrás con el Eibar que entrenaba Mendilibar y comenzó a anunciar un futbolista enorme. Ayer regresó con el técnico vasco enfrente y despachó una primera mitad tremenda, plena de sabiduría futbolística, sencilla, rápida, inteligente. Con el añadido de Banega, recuperado para el fútbol, y de Villa y Mata, el Valencia destrozó en una mitad al Valladolid, un equipo valiente que a veces convierte su osadía en suicidio. Adelantó la defensa, colocó en el medio centro dos futbolistas de mucho toque y poco músculo y no acertó a sellar los espacios favoritos de algunos de los mejores futbolistas de la Liga.
Las intenciones de Emery anunciaban rotaciones, Albelda por Marchena, algo de descanso para los internacionales. Nada. La idea de un principio de curso con dos victorias seduce tanto que el técnico del Valencia cargó todas sus balas, toda la energía, ofensiva y defensiva, de que dispone para intentar el pleno. El inicio enérgico del Valladolid tuvo respuesta con la primera aparición de Silva: primera ocasión, primer gol. El canario recogió un rechace, lo colocó en la izquierda y salió como una flecha al área pequeña, donde encontró el agujero entre los centrales y cabeceó el primer gol tras un centro de Mata.
VALLADOLID 2 - VALENCIA 4
Valladolid: Jacobo; P. López, L. Prieto, Baraja, Marcos (C. Arzo, m. 36); Á. Rubio, Medunjanin; Nauzet, Canobbio (H. Font, m. 61), Sesma (Manucho, m. 45); y D. Costa. No utilizados: Fabricio; Borja, Bueno y Marquitos.
Valencia: Moyá; Miguel, Alexis, Dealbert, Bruno; Marchena (Albelda, m. 45), Banega; Pablo Hernández (Joaquín, m. 61), Silva (J. Alba 78'), Mata; y Villa. No utilizados: C. Sánchez; D. Navarro, Zigic y Mathieu.
Goles: 0-1. M. 9. Mata. 1-1 M. 29. Nauzet. 1-2. M. 33. Villa. 1-3. M. 44. Mata. 1-4. M. 54. Villa. 2-4. M. 65. Manucho.
Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Marchena, César Arzo y Bruno.
Unos 18.000 espectadores en Zorrilla.
El Valladolid intentó resolver sus errores con más errores, con precipitación, con la defensa un paso más adelante. Nadie quiso administrar el tiempo, quedaba mucho para remontar, nadie quiso dar una voz y el Valencia se adueñó del partido. Tan fácil le resultaba llegar al área que poco a poco se relajó y en un ataque aislado un disparo desesperado pero perfecto de Canobbio rebotó contra las manoplas de Moyá y Nauzet embocó a gol.
El empate devolvió al Valencia al partido y comenzó a emplearse a fondo de nuevo. Banega tomó el mando y comenzó a repartir balonazos a diestro y siniestro, largos pases medidos al extremo, hasta que Pablo Hernández, en posición dudosa, recogió el cuero y se lo entregó a Villa, que lo colocó por debajo del portero. Antes del descanso Mata se escapó de todo el mundo y terminó de sentenciar al Valladolid con el tercero.
El Valladolid tenía que replantearse su partido, su estrategia, casi todo, porque lo anterior había sido un baño. Mendilibar movió piezas, apretó las filas y el inicio de la segunda mitad aparentaba un choque diferente, pero a la que el Valladolid se animó, el Valencia afiló el contragolpe y Villa volvió a zarandear a los centrales con otra aparición por la espalda, con otro remate suave, con el cuarto gol que enterraba definitivamente a un equipo animoso y valiente, pero que apenas pudo defenderse del estado excepcional de ánimo y fútbol de Silva, Villa, Mata y Banega.
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