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La imprevisión urbanística pasa factura a Xàbia

Los técnicos califican los problemas en la red hídrica de "polvorín sanitario"

La localidad de Xàbia, el Cap de la Nau, sus acantilados y calas ofrecen una magnífica oportunidad de negocio al sector inmobiliario, que despegó a principios de los setenta cuando empezaron a edificarse primero centenares y después miles de chalés (algunos casi colgados de los riscos). Se edificó deprisa, sin apenas infraestructuras y dotaciones. Además, posteriormente no se han modernizado. La red de agua no se ha tocado en cuatro décadas, por citar un ejemplo de la falta de atención a los servicios necesarios para las urbanizaciones. Así, la imprevisión urbanística de aquellos años ha quedado patente esta pasada semana, en la que 2.000 viviendas se quedaron sin agua potable porque las viejas conducciones ya no soportan tanta demanda. La rotura de una tubería por una obra de un vecino provocó una de las peores crisis de abastecimiento de agua en la historia de Xàbia.

Fuentes del Ayuntamiento, que admite haberse sentido "desbordado" por el malestar de vecinos que durante días se abastecieron con camiones-cuba, creen que la situación puede repetirse. Y añaden que los futuros problemas no sólo estarán en el agua: "Esta zona es un auténtico polvorín sanitario, con fosas sépticas mal construidas que contaminan el mar", señala un técnico, que añade que la etapa de crecimiento de los años setenta "es un ejemplo de cómo no debe construirse: llegaron a instalarse depuradoras en los barrancos, nadie pensó en las zonas verdes, no había iluminación pública... En unos pocos años se construyó lo que debió hacerse en treinta ofreciéndose chalés de lujo que adolecían de dotaciones". Las consecuencias se pagan ahora.

En los sesenta, Xàbia creció de forma diferente. Se nutrió sobre todo de turistas ingleses, de la metrópolis y de las colonias que el Imperio Británico iba perdiendo, que vieron en el paisaje de Xàbia un sustitutivo del paraíso perdido. Se levantaron lujosas urbanizaciones como la del Tossalet, construidas por una promotora que planificaba chalés en parcelas de 700 metros cuadrados que debían dejar el 70% del suelo para zona verde. Salvo casos aislados, se respetó el paisaje.

Pero en los setenta, la devaluación de la libra trajo la crisis del turismo británico, que fue sustituido por el alemán. También cambió la forma de construir en Xàbia. La primera promotora que viajó a Alemania fue VAPF, fundada en Benissa pocos años antes, para vender a los clientes germanos chalés en la nueva urbanización del Balcón al Mar y después en Mar Azul o la Barraca. Todas ellas se quedaron sin agua la pasada semana, lo que ha puesto de manifiesto la precariedad de la red hecha en los setenta.

VAPF fue la empresa que a partir de 1975 edificó el Puig Llorença de Benitatxell en el límite del Cap de la Nau, donde aún hoy desarrolla una urbanización sin parangón en el resto de la costa valenciana, la de Cumbres del Sol, un abigarrado laberinto de chalés que contó con el beneplácito de los planeamientos urbanísticos de ese municipio. En Xàbia, VAPF tampoco lo tuvo difícil: en 1965 se aprobó un PGOU caracterizado por su fuerte desarrollismo y que preveía una población final de 218.000 habitantes cuando la localidad sólo tenía 6.000. El PGOU de 1990 era más modesto: se conformaba con 153.000 vecinos.

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