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Columna
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Gripe malagueña

La actual ministra de Sanidad comparte más cosas de lo que parece con la más famosa ministra de Sanidad de los gobiernos del PP: ambas son de Málaga y parece que nacieron para el cargo. Celia Villalobos y Trinidad Jiménez ocuparon el puesto con el desparpajo propio de quien no es profesional del ramo pero se creen nacidos para el ejercicio del ministerio. A la semana de ser ministra Trinidad Jiménez ya decía "las autoridades sanitarias pensamos", como el chiste del aprendiz que llega el primer día al taller y dice aquello de "¿nosotros los sastres donde colgamos la capa?" Celia Villalobos pasó a la posteridad en medio de la crisis de las vacas locas aconsejando a las mujeres a seguir usando espinazo a la hora de hacer puchero. Trinidad Jiménez quizás quede en la historia por su consejo de que la gente no se bese, aunque ella siga repartiendo ósculos. Del puchero al beso no sé la similitud que hay, quizás la falta de cautela para gestionar asuntos de alto contenido social, aunque escaso nivel sanitario. La falta de rigor puede ser normal en quien no lleva mucho tiempo en el cargo ni se especializó en el tema en su día. El desparpajo es asunto divertido pero no dice mucho del rigor y la prudencia necesarios.

Viene esto a cuento porque tengo para mí que la gripe A y el mal de las vacas locas tienen una importancia sanitaria parecida. Por el mal de Kreutzel Jacobs han muerto hasta la fecha tres personas y por la gripe A, 21. Eso sí, le hemos dedicado páginas y páginas. No hay telediario que se precie que no dedique un espacio importante a la materia. Tanto nos han dicho que hay que lavarse las manos de continuo con una solución con alto contenido de alcohol que nos las vamos a despellejar. Hoy en día si no estás en un grupo de riesgo no eres nadie. Tanto es así que Trinidad Jiménez, por su cuenta y riesgo, incluyó como grupo de riesgo a los niños menores de 14 años, sin que ningún organismo público sanitario lo aconseje. Esperó unas semanas y dio marcha atrás. Parece que la actual ministra ha nacido para esto. Se la ve feliz en su papel, suelta, con una desenvoltura extraordinaria. En cuatro meses ha concedido 26 ruedas de prensa, ha reunido en innumerables ocasiones al Consejo Interterritorial de Salud. Ha organizado todo tipo de visitas, desde el Centro Farmacéutico del Ejército en Burgos, donde se fabrica el Tamiflu, hasta cualquier pequeño lugar, siempre con cámaras de televisión y declaraciones de todo tipo. Por si fuera poco, ha iniciado una ronda de contactos con los presidentes de las comunidades autónomas, ha reunido al Consejo Escolar del Estado y está dispuesta a compartir con todos nosotros el almuerzo y la cena desde el televisor. Es complicado que luego vengan algunos consejeros de salud, como María Jesús Montero, a pedir prudencia. ¿Cómo se puede pedir tranquilidad si la ministra nos alarma cada día desde el púlpito catódico? Está la población asustada y Trinidad Jiménez entusiasmada porque ha convertido el Ministerio de Sanidad de un departamento sin competencias en el eje de la política española. Parece entusiasmada con la gestión de la pandemia.

Los datos reales del alcance de la enfermedad no tienen importancia. Baste recordar la que se formó con las vacas locas o con la fiebre aftosa sin que pasara nada. La gripe aviar provocó 200 muertos en todo el mundo, tras una alarma injustificada. Sé que los periodistas tenemos mucha culpa, pero si encima desde el Gobierno se fomenta la alarma con fines políticos, el cóctel puede resultar explosivo. Todo el mundo contiene el aliento por lo que pueda ocurrir con el comienzo del curso con tanto padre escandalizado. Y eso que la mortandad es de 1,8 personas por cada 10.000. De la gripe estacional pueden morir en España en un año 8.000 personas, de enfermedades cerebrovasculares 123.870. En el mundo mueren cada año cinco millones por enfermedades derivadas del tabaco, dos millones por la malaria, dos millones por disentería y 900.000 por la tuberculosis.

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