Antonio Rabinad, narrador de la memoria
Fue cronista de la Barcelona de la posguerra
El escritor Antonio Rabinad, nacido en Barcelona en 1927, falleció a última hora de la tarde del sábado a los 82 años de edad en Barcelona, ciudad en la que será enterrado hoy en una ceremonia privada.
La infancia, la adolescencia y la juventud, la Guerra Civil y, sobre todo, la posguerra en la capital catalana conforman el paisaje de casi todas sus novelas. La primera fue Los contactos furtivos, que obtuvo en 1952 el Premio Internacional de Novela, creado por el editor José Janés, aunque problemas de censura retrasaron su publicación.
Le siguieron, entre otros libros, A veces, a estas horas (1965), El niño asombrado (Premio Ciudad de Barcelona, 1967), Marco en el sueño (1969), La monja libertaria (1985), La transparencia (1986), Memento Mori (1989) -considerada su mejor obra-, Juegos autorizados (1997), El hombre indigno (2000) y El hacedor de páginas, que fue su última novela y que publicó en 2004. También colaboró en la escritura de los guiones de las películas Tiempo de silencio y Libertarias, ambas dirigidas por Vicente Aranda.
Tenía un estilo realista, con humor, y también con desencanto
Durante años se ganó la vida vendiendo libros de viejo
Fue un escritor de la memoria, con un estilo realista, con humor, también con desencanto. Muchos críticos han señalado que es uno de los mejores cronistas de la Barcelona de la posguerra y que su literatura es siempre autobiográfica, aunque él aseguraba que toda autobiografía es ficción y que toda la ficción es autobiográfica.
Fue contemporáneo de Carlos Barral y de Jaime Gil de Biedma, pero nunca fue incluido en la denominada Escuela de Barcelona. Pese a tener buenas críticas, pese a que algunas de sus novelas fueron prologadas por Manuel Vázquez Montalbán o Barral, nunca obtuvo el reconocimiento que merecía. En muchos aspectos fue un outsider.
De familia originaria de Aragón, su padre, encargado de un almacén de lonas, fue asesinado en 1937 por milicianos de la Federación Anarquista Ibérica (FAI). La guerra y la muerte de su padre le cambiaron la vida. A los 13 años dejó el colegio y empezó a trabajar como recadero de un laboratorio farmacéutico y luego en la empresa de lonas de su padre. Desde muy niño fue un lector voraz y lo que más le molestaba del mundo es que lo calificaran de autodidacta.
Durante muchos años se ganó la vida de una de las mejores maneras posibles: vendía libros de viejo y de segunda mano todos los domingos en el mercado de Sant Antoni de Barcelona. Tenía miles de títulos en su piso y bromeaba asegurando que casi todos los leía antes de venderlos. Con su sempiterna gorra marinera, pañuelo rojo al cuello, pelo y barba blancos, era una figura popular en el mercado.
Se ha dicho que fue la cara oculta del también escritor Juan Marsé. Si el mundo de éste era el Guinardó, el de Rabinad era el barrio barcelonés de El Clot, donde nació y donde vivió la guerra y la posguerra. A Rabinad no le molestaba, pero solía decir que él empezó a escribir antes que Marsé.
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