Mal negocio
Las grandes empresas cerveceras parecen estar poniendo a prueba la tolerancia del presidente Obama. Tanto Anheuser-Busch InBev -fabricante de la cerveza preferida del presidente, Bud Light- como MillerCoors están subiendo sus precios al mismo tiempo, en medio de una recesión y del bajón de la demanda. Al tener una cuota de mercado conjunta del 80%, prácticamente están pidiendo a gritos una investigación antimonopolio del sector.
Aunque las subidas de precio no resultan inusuales o inesperadas, hacen saltar las alarmas. Ambas compañías suelen reajustar el precio del paquete de seis cervezas cada año para reflejar los cambios en los precios de la cebada o del lúpulo. Pero su capacidad para hacerlo ahora, justo cuando sus clientes lo están pasando peor, pone de relieve el tremendo poder para establecer los precios que se han derivado de la consolidación del sector.
Aunque Anheuser-Busch, adquirida el año pasado por la belga
InBev, ocupa desde hace tiempo una posición dominante en el mercado estadounidense, los actores de peso en el sector han disminuido constantemente. Entre 1947 y 1995 el número de cerveceras cayó un 90%. Aunque después se multiplicaran las cerveceras artesanales, pocas compiten directamente con las que llegan al mercado de masas, como Budweiser o Miller.
Eso daba igual siempre que las tres grandes -Anheuser, Miller y Coors- luchasen sin cuartel. Y vaya que si lo hacían. Después de comprar Miller en 2002, South African Breweries se propuso arrebatarle cuota de mercado a Bud. Su rival de mayor tamaño respondió con una bajada de precios, que las demás se vieron obligadas a igualar. Esta competencia resultó beneficiosa para los consumidores y, de hecho, el verano de 2005 fue como un sueño para los bebedores de cerveza.
Todo eso ha cambiado. Miller y Coors pusieron en 2008 una empresa conjunta que combina el poder del segundo y tercer actor del sector. Al mismo tiempo, a InBev no le apetece lo más mínimo la idea de una guerra de precios después de haber pagado por Anheuser 52.000 millones de dólares, financiados con deuda. Por eso, a pesar de la caída de la demanda y los malos tiempos, los precios suben.
La Administración de Obama está adoptando una actitud más dura con el comportamiento monopolístico. La responsable del Departamento de Justicia de la lucha contra él, Christine Varney, se ha mostrado dispuesta a revisar acuerdos aprobados por la más permisiva Administración de Bush. Lanzarse a por las grandes cerveceras podría ser una jugada popular desde el punto de vista político.
Ése sería un final por el que los accionistas de Molson Coors,
SABMiller o Ab InBev no brindarían de buena gana.
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