Museos a toda prisa
Una mañana por los centros de arte permite contemplar una selección de las obras maestras que alberga la capital
El turismo es una mezcla agridulce de ocio y deber. Uno decide cuándo y adónde viajar, pero en cuanto pisa el destino, su voluntad queda a merced de los imperativos turísticos, lugares que se deben visitar por gusto o por decoro. En Madrid hay una obligación fundamental, el arte. Más de cinco millones de turistas pasaron en 2008 por algunos de los principales museos de la ciudad: el Museo del Prado, el Centro de Arte Reina Sofía y el Museo Thyssen.
Tres minas de arte que podrían ocupar la vida entera de un buen aficionado, pero que muchos turistas (por falta de tiempo o de pasión) degluten en horas.
Este diario hizo ayer la prueba de la visita exprés. Cuatro horas para gozar de manera comprimida de las obras maestras de los museos de Madrid.
Domingo 23 de agosto, 10.30. Más de 100 personas hacen cola en el Museo del Prado para comprar una entrada de la muestra temporal del pintor Joaquín Sorolla. Una vez se hagan con ella, deberán esperar unas horas por su turno de entrada. No hay tiempo que perder. El periodista renuncia a la exposición de moda y enfila hacia la puerta de Velázquez, que ocupa la fachada principal del edificio, para esprintar por las joyas perennes de la colección. Por delante, dos plantas de lienzos célebres que deberá seleccionar fríamente para cumplir su plan.Sube a la segunda planta. Sala 11. Un matrimonio japonés y su hijo están petrificados ante un caballero acorazado, con aire calmoso y una lanza en la mano derecha. El emperador Carlos V, a caballo, en Mülberg, obra del pintor italiano Tiziano (1548). Se oye un arrullo de voces en la sala de al lado.
Sala 12. Un cuadro observa a un grupo de 20 japoneses. En primer plano, un señor con un pincel y una cruz roja en el pecho los mira como calibrando sus rasgos para un retrato. Es Diego Velázquez, el genio que se pintó a sí mismo en su obra más reverenciada, Las Meninas (1656). La camarilla de visitantes observa con fruición la obra, dando la espalda a don Gaspar de Guzmán, el conde duque de Olivares, dibujado por Velázquez a lomos de un caballo y con gesto arrogante.
Antes de entrar en territorio de Francisco de Goya y Lucientes, pintor, vale la pena desandar camino para visitar a Domenicos Theotocopoulos, El Greco. Sala 10. Allí está el Caballero de la Mano en el Pecho (1580). Una señora española, emocionada por los trazos del cuadro, acerca su nariz hasta casi dar un beso esquimal al distante Caballero. Un vigilante corta su progresión.
Después de merodear otro poco por la planta 2, finalmente hay que bajar a por la debida obra de Goya, Los fusilamientos del 3 de mayo (1814). Son las doce de la mañana; tomamos un respiro y salimos luego a paso ligero hacia el museo Reina Sofía. Quedan detrás Rafael, Rubens, Durero, bustos de mármol de apolos y musas... El ritmo del turista hipotético no deja lugar a lamentos.
Segundo tramo del rally pictórico. Escaleras del Reina Sofía hacia la planta 2. Las piernas empiezan su quejido, pero la misión avanza. Primera parada, Salvador Dalí. La familia japonesa que admiraba a Carlos V se ha adelantado y ya está delante del Gran Masturbador (1929), producto genuino del pintor catalán.
Tras asimilar el shock de cambiar retratos ecuestres por lienzos surrealistas en menos de media hora, se continúa por el mismo piso hasta dar con el Guernica (1937). Un escuadrón de turistas fusila con sus cámaras la obra de Pablo Picasso. Dos pisos más arriba, otros cuadros del malagueño comparten una sala silenciosa con piezas de Joan Miró. El juicio de un visitante español quiebra un instante la calma del lugar: "Esto son dos puntos y una raya en el medio". El título de la obra, Paisaje (1976), de Miró; el de la sala: El final de la modernidad.
13.15. El tiempo se echa encima y espera el Museo Thyssen. En medio del paseo del Prado, aparece un obstáculo para esta agenda frenética , la sala de exposiciones CaixaForum, un antiguo edificio rehabilitado por dos arquitectos suizos de referencia: Jacques Herzog y Pierre de Meuron. Con el Thyssen entre ceja y ceja, ojea a vuelapluma la muestra sobre los proyectos del arquitecto británico Richard Rogers y la exposición Camboya, tierra de esperanza (fotografías de Gervasio Sánchez y documental de Oriol Gispert). Son las dos de la tarde. Queda descartada la visita a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; necesidades del guión. El regusto a consumo incivilizado de cultura empieza a hacerse cada vez más amargo.
Sofocado por el calor, agotado por la caminata y con una mezcla imposible de formas y colores en mente, el periodista alcanza el Thyssen y brinda sus últimos estertores a la exposición temporal sobre el francés Henri Matisse y a dos obras de Paul Gauguin y Paul Cézanne.
La muestra de Matisse, una colección de pinturas que realizó entre 1917 y 1941, atrae visitantes cada día hasta las once de la noche, aficionados sensatos que disfrutan del arte con tiempo y mesura. Todo ello queda reducido a un eslalon de 20 minutos de sala en sala en manos de la termita de la cultura, que sube acto seguido a la segunda planta a culminar el horror con un vistazo cansado a dos cuadros de cátedra: Paul Gauguin (Mata Mua, 1892) y Paul Cézanne (Retrato de un campesino, 1905). 14.30. Cuatro horas después, sacamos la bandera blanca. Alrededor, turistas exhaustos se rifan una plaza en un simple banco de madera.
Recorrido exprés
- Museo del Prado. (Paseo del Prado, s/n).
Obras elegidas:
El emperador Carlos V, a caballo, en Mülberg. Tiziano (1548).
Las Meninas. Diego Velázquez (1656).
El Caballero de la Mano en el Pecho. El Greco (1580).
Los fusilamientos del 3 de mayo. Francisco de Goya (1814).
Tiempo de visita: una hora y media.
- Reina Sofía (Calle de Santa Isabel, 52).
Obras elegidas:
El gran masturbador. Salvador Dalí (1929).
Guernica. Pablo Picasso (1937).
Paisaje. Joan Miró (1976).
Tiempo de visita: una hora y cuarto.
- Caixa Forum (Paseo del Prado, 36).
Obras elegidas:
Exposición sobre los proyectos del estudio del arquitecto británico Richard Rogers.
Exposición Camboya, tierra de esperanza. Fotografías del periodista y fotógrafo Gervasio Sánchez y documental de Oriol Gispert.
Tiempo de visita: treinta minutos.
- Museo Thyssen (Paseo del Prado, 8).
Obras elegidas:
Matisse, 1917-1941. Exposición.
Mata Mua. Paul Gauguin (1892).
Retrato de un campesino. Paul Cézanne (1905).
Tiempo de visita: una hora.
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