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Reportaje:Gran Premio de la República Checa

Una celebración prohibitiva

Bautista, que fue tercero en los 250cc, destroza su moto en la vuelta de honor

Oriol Puigdemont

Cualquier equipo que quiera participar en el Mundial de 250cc, tiene que ir a picar a la puerta de Honda o de Aprilia para poder alquilar una moto. En los últimos años, la mecánica de las máquinas italianas se ha mostrado muy superior a la de las japonesas (el último título para Honda lo ganó Pedrosa en 2005), y es por eso que en la parrilla de la categoría de plata predominan las motos de la marca de Noale (en Brno, 18 Aprilia por 7 Honda).

La factoría italiana establece una escala de precios en función del tipo de máquina que uno desee adquirir. En un primer peldaño está el prototipo más económico y menos desarrollado, por el que los equipos pagan 200.000 euros y que pueden quedarse en propiedad una vez que el curso ha finalizado. Aprilia también pone a disposición de sus clientes la especificación Le, que cuesta unos 600.000 y que las escuderías tienen que devolver al final del ejercicio, y por último está la Aprilia RSA, que ofrece mejores prestaciones y que asciende a 1,2 millones de euros, en una operación de leasing que incluye los recambios de toda la temporada y el sueldo de los dos ingenieros de fábrica que acompañan al piloto.

Finalizada la carrera de 250cc, los tres integrantes del podio celebraron su actuación con el público en la vuelta de honor. Marco Simoncelli, el ganador, hizo un burn out (quemar rueda en el asfalto); Mattia Pasini, segundo, se hartó de saludar, y Álvaro Bautista, que completó el cajón, se echó la moto por encima al tratar de hacer un caballito, en una celebración que le costará a Aprilia un dineral puesto que la máquina quedó para el desguace. "Ha sido una situación embarazosa. He hecho un caballito, me he desequilibrado, me he echado hacia atrás y no he podido dejar de darle al acelerador", dijo Bautista, que después confirmó que en 2010 dará el salto a MotoGP, de la mano de Suzuki.

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