Los arranques de Lorenzo
El mallorquín se entrena con una moto de calle para mejorar las salidas
En su segundo año en la categoría de las motos pesadas, Jorge Lorenzo se ha convertido en la sensación de la temporada. El español ha sido el único capaz de poner en jaque a Valentino Rossi, el mejor piloto de siempre y que, además, es su compañero en el equipo oficial Yamaha. Todo lo que ha conseguido en lo que llevamos de curso este piloto mallorquín de 22 años (dos victorias, ocho podios y cuatro pole position), ha sido a pesar de sus calamitosas salidas. Lorenzo, uno de los motoristas con más talento del momento, arranca fatal, se queda clavado cuando los semáforos cambian a verde y sus rivales le pasan casi por encima, obligándole a asumir unos riesgos tremendos en la primera vuelta para tratar de ganar posiciones y así volver a asomarse al frente del pelotón. Consciente de la desventaja que eso supone, Lorenzo sacrificó un día de sus vacaciones y lo empleó en tratar de optimizar la mecánica de este procedimiento.
Jueves pasado en el circuito de Montmeló. A las cuatro de la tarde, el mallorquín llega con una furgoneta y, tras cambiarse de ropa, comienza a dar vueltas con una moto de motocross por el circuito de tierra que hay en las mismas instalaciones. A las seis, para. Tras un breve descanso, entra en la furgoneta y sale de ella subido a una R1 de 1000cc, el modelo de serie más radical de Yamaha. En un pis pas, se sitúa en la parrilla de salida de la pista. Carlos, el encargado de conducir por Europa la caravana donde duerme cuando está en los grandes premios, se coloca a cien metros exactos de la línea de salida con un cronómetro en la mano. Marcos Hirsch, su representante, y Héctor Martín, el responsable de comunicación, se encargan de controlar el semáforo. Mientras unos cambian las luces a verde, el otro toma el tiempo que emplea Lorenzo en recorrer los cien primeros metros. Tras doce repeticiones, el bicampeón decide parar porque ve que algo no va bien.
"A decir verdad, el experimento no salió exactamente como esperábamos", reconoce Lorenzo, "porque las especificaciones de la R1 no tienen nada que ver con las de la M1 (el prototipo de MotoGP que él emplea en las carreras)". Más allá de la diferencia de potencia que hay entre una y otra (la R1 rinde 180 caballos y la M1 cerca de 220), el modelo de carreras también es mucho más ligero y, además, emplea un embrague hidráulico, mientras que el de la M1 es en seco (sin aceite). Llevado al cronómetro, supone una pérdida de más de dos segundos.
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