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El empresario huido tenía deudas por 180.000 euros

El empresario gaditano Jenaro Jiménez, que se había dado a la fuga y permaneció en Paraguay durante 16 meses, tenía deudas por valor de 180.000 euros. El pasado martes fue detenido por efectivos del Cuerpo Nacional de Policía cuando intentaba entrar de nuevo en España a través del aeropuerto de Barajas. Jiménez ingresó ayer en la prisión de Soto del Real (Madrid). Está acusado de cuatro delitos de estafa y apropiación indebida y en las próximas semanas será trasladado hasta el Juzgado de Instrucción 2 de Algeciras.

Desde que el año pasado se produjo la fuga, investigada al principio como una posible desaparición fingida por el empresario, poco a poco se consolidó la hipótesis de que éste se encontraba en Iberoamérica. Los investigadores recibieron pistas falsas de casi todos los países sudamericanos, y mientras solicitaron la colaboración de la Interpol, que declaró la búsqueda y captura en todo el mundo.

Los agentes de la Udev de la Policía Judicial de Cádiz siempre sospecharon que se trataba de un caso turbio y por eso no le dieron carpetazo. Jiménez Hernández se había esfumado y las primeras pistas apuntaron a un accidente que le podría haber costado la vida mientras practicaba pesca submarina en aguas de Cabo Plata, en Tarifa (Cádiz). En la playa sólo fue encontrado su automóvil. La tragedia adquirió aún mayor dramatismo por el avanzado estado de gestación de su esposa, entonces de ocho meses.

Rastreo en el Estrecho

La búsqueda de sus restos se prolongó durante varios días. Los cuerpos de seguridad rastrearon la zona con lanchas y helicópteros. Los buzos inspeccionaron el fondo del Estrecho. Sus muestras de ADN fueron comunicadas a la policía marroquí, por si el mar devolvía el cadáver en la otra orilla, pero no se encontró rastro del desaparecido.

Avanzaron los días y la policía comenzó a valorar el perfil del desaparecido y que disfrutaba de un seguro de vida ampliado poco antes de su desaparición. En la comisaría empezaron a aparecer acreedores de Jenaro que reclamaban el dinero.

Durante 16 meses el empresario vivió oculto. Su residencia estaba fijada en la ciudad de Asunción, la capital de Paraguay. Hasta que "de forma voluntaria", según su abogado, entregó su pasaporte en el vuelo de regreso a España y la policía se dispuso a detenerlo en Barajas y acabar con su gran mentira.

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