Convertir al empleado en cómplice
La persona es el eje central de lo que hoy se llama Calidad Emocional. Es responsabilidad de las direcciones de las empresas y organismos poner los medios adecuados y crear el clima para desarrollar organizaciones compuestas por personas con iniciativa, capaces de tomar decisiones, de innovar y, como resultado, en su conjunto, mejorar ratios de satisfacción y productividad, destacando, entre ellos, la atención y calidad ofrecida a las partes interesadas.
Los valores y la coherencia de las empresas deben ser reforzados, y más en tiempo de crisis, de forma que las emociones y los sentimientos adquieran una valoración estratégica de primer nivel, logrando desarrollar estos activos intangibles hasta convertirlos, en la medida de lo posible, en tangibles (como poner en valor los conocimientos que atesoran los empleados). Si los directivos hacen una buena gestión de sus emociones y encauzan las de sus colaboradores mediante el ejemplo, mejorará el ambiente de trabajo, la actitud y la motivación de todos los componentes de la organización.
Cada uno de los componentes de una organización debe generar y fomentar su propia motivación y su pensamiento positivo, pero es la dirección la que puede influir decisivamente a la hora de sentar las bases del fomento de la colaboración entre las personas.
¿Cómo se hace? Con liderazgo, creando un ambiente de aprendizaje, incentivando creatividad e innovación, logrando adhesiones positivas de colaboración, potenciando modelos participativos, emitiendo mensajes coherentes con los valores de la empresa, siendo transparentes y, sobre todo, proponiendo crear, entre todos, un estilo cooperativo de los componentes de la organización.
Para poder poner en práctica esta estrategia es clave que antes todos los implicados en las organizaciones, públicas o privadas, seamos capaces de efectuar una autocrítica dinámica que nos permita nuestro "autoconocimiento", con el fin de lograr un equilibrio interior que quede reflejado en estados emocionales que podríamos llamar de "madurez", preciso en los ámbitos empresariales para dar respuestas adecuadas a los retos planteados de competencia, crisis económica, transformaciones empresariales, etcétera.
Cuando los empleados perciben coherencia en la dirección, respeto a los valores, autocrítica, y gestión transparente, se están generando espacios de colaboración sana y de tolerancia que van a tener como respuesta un comportamiento más sinérgico de los grupos de trabajo, y nos va a permitir gozar de organizaciones más flexibles, maduras, socialmente responsables, adaptables al entorno cambiante, más analíticas y ponderadas, obteniendo mejores resultados, empresas más competitivas, abiertas al cambio y, por tanto, más duraderas.
En definitiva, las empresas que valoran y tienen en cuenta las emociones de sus empleados son más competitivas, ¿por qué?, porque los implican y alinean con la visión, los objetivos y las metas de la organización. Las sinergias van a posibilitar mejorar los resultados, la gestión y la calidad de servicio de la empresa. -
nible de Renfe Operadora.
Juan Luis Martín Cuesta es vicepresidente del Club Excelencia en Gestión y director de calidad y desarrollo soste
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