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Ni un camino por asfaltar, ni un lugar sin rotonda

El despliegue de maquinaria de la Diputación de Pontevedra en Mos se hizo notar a término seguido de la moción de censura y fue particularmente intenso hasta las elecciones europeas. "Ya no les queda nada que asfaltar", señalan fuentes socialistas, "ni siquiera entradas a las casas, que se lo iban ofreciendo a los vecinos".

La exhaustiva limpieza de cunetas y la multiplicación de rotondas por todo el municipio son otros efectos del respaldo explícito de la Diputación que preside Rafael Louzán al gobierno de tránsfugas. No hay por el momento mayor constancia del gasto, aunque eso no preocupa a nadie. La alcaldesa, Nidia Arévalo, incluso ha instado a un grupo de gaitas que lleva a las bodas civiles que oficia a que pasen la factura a la Diputación. También ha encargado la dirección de las obras de alcantarillado de la parroquia de Arrufana a Baltasar Pujales, jefe de Vías y Obras de la Diputación que certificó en falso, con el conforme del ahora conselleiro Agustín Hernández, el acabado de la famosa variante de Lira. Ahora en Mos, Pujales tendrá que informar, como ingeniero de la Diputación, la obra de alcantarillado que dirige para que pueda cruzar una carretera.

Gerardo Alonso Porto, el tránsfuga socialista que permitió el cambio de gobierno, asegura que ahora trabaja "muy tranquilo". Era y es teniente de alcalde y realiza la misma política de empleo que antes, "con el apoyo total del PP, como prometieron". En septiembre presentará su proyecto de Consorcio de Empleo, que el PSOE desdeñaba, según recuerda, aunque lo incluyó en su programa electoral. Alonso relativiza el concepto de "tránsfuga" ("no lo veo claro", dice), pero acusa al BNG local de haber sido "el mayor tránsfuga" durante los 14 meses que negó el pacto de gobierno al PSOE.

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