_
_
_
_
_

Viajes de ensueño

'Ciberp@ís' selecciona seis destinos únicos para estas vacaciones albergados en los territorios que inventan los videojuegos

Colas interminables, retrasos en el vuelo, calor, huchones, playas masificadas, restaurantes a rebosar, visitas borregueras, paellas fosforito, maletas perdidas,

en definitiva: vacaciones. Y este año, además, la crisis.

Pero hay un remedio para todo eso. Existen paisajes idílicos, islas de ensueño, mares casi inexplorados,

grutas escondidas para los amantes de la espelología,

incluso lugares en guerra, por si alguien necesita vacaciones de riesgo, que no salen en las noticias.

Todo eso, al alcance de la mano y casi gratis. Son escenarios cobijados en videojuegos Ciberpaís ha seleccionado seis destinos altamente recomendables

de visita casi obligatoria.

El precio del billete es único para toda la familia, independientemente del número de miembros.

Con la adquisición de un pasaje (disco de juego), que cuesta alrededor de 65 euros, se puede volver

al destino tantas veces como se desee. El turista virtual puede recorrer varios de estos mundos en un mismo periodo vacacional con el simple cambio de disco. Un paseo desde la pantalla que se abre a otras miradas, alejadas de la rutina y que propone una nueva magia del viaje, la virtual.

Aún no existen las gafas 3D estereoscópicas con inmersión total de 360 grados para gozar de unas vacaciones en el sofá a temperatura del aire acondicionado.

Los videojuegos ya ofrecen mundos gigantescos, fantásticos

o realistas, que llevaría meses explorar por completo. Escenarios que a menudo consiguen fascinar a los jugadores, que dejan de lado la misión principal o detienen

la batalla para observar maravillados cómo dos lunas se ponen en un bosque helado. Parte del trabajo de un desarrollador es definir y dibujar el escenario de la trama del juego. Estos parajes, sean ciudades actuales o imaginarias, prados, bosques o cumbres, con castillos medievales o naves espaciales, deben proporcionar una verosimilitud que facilite la inmersión en la aventura. Se cuentan por decenas los artistas que trabajan en un videojuego desde que se esbozan los primeros trazos sobre papel del espíritu del mundo virtual hasta que éstos se trasladan a las tres dimensiones. En el proceso se captan texturas del mundo real que luego se aplican a los distintos tipos de terreno, se modela cada uno de los

objetos animados e inanimados, que posteriormente se colocarán allí donde más sentido tengan. No importa si es una roca, un árbol o una ardilla. No están ahí por casualidad, alguien ha pensado y trabajado en ello. El resultado son auténticos cosmos virtuales con decenas de

rincones distintos. En el mismo juego se puede pasar de zonas pantanosas a desiertos, o ascender hacia el norte para encontrar heladas tundras. La virtualidad da alas a la imaginación. La libertad de creación que proporcionan los títulos más fantasiosos, como el título online multijugador World of Warcraft, da a luz parajes increíbles

que la naturaleza no quiso, o no supo, poner en práctica.

Uno puede subir a la cima de una montaña que termina bruscamente en un acantilado cuya altura sólo sería posible en las fallas submarinas, o penetrar en grutas gigantescas que la ley de la gravedad imposibilitaría.

Cuando el salto es ya interplanetario, la imaginación se eleva, relegando la lógica y la coherencia a un plano subyacente sin importancia alguna. Es ahí donde crecenlas construcciones más temerarias legando la ausencia de atmósfera,o los seres menos agraciadoscontra los que luchar.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_